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Discursos, promesas y realidades

El 1 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de la Presidencia de la República y después pronunció dos discursos memorables. El primero lo hizo en el recinto del Congreso de la Unión y el segundo, al recibir el bastón de mando de los pueblos indígenas en el Zócalo de la Ciudad de México. El primero se distinguió por presentar un panorama de la condición en que recibe al país y una crítica severa a los gobiernos anteriores, especialmente al de Enrique Peña Nieto, quien tuvo que soportarlo estoicamente.

Este discurso crítico (que duró una hora con 22 minutos) hizo alusión al menos en 16 ocasiones al neoliberalismo económico con que se gobernó México en los últimos seis sexenios, y lo calificó como “un desastre, una calamidad para la vida pública” y origen de todos los males de nuestro país. De acuerdo con el discurso, la multicitada política no sólo fue ineficiente, sino que también fue la causante directa de la corrupción (“privatización ha sido… sinónimo de corrupción”), palabra que menciona en 19 ocasiones; mientras que impunidad sólo la mencionó tres veces.

Pero la palabra que más uso fue la de pueblo (29), contra ciudadano (siete); otras, como pobres, lo hizo en tan sólo ocho veces, incluyendo pobre, empobrecido y pobreza. También usó estas otras en menor número, como seguridad (siete), transformación (cinco), trabajo y violencia (cuatro), justicia (tres), democracia (dos), inseguridad (tres), delincuencia (dos) y educación (una).

Después de recibir el bastón de mando, el segundo discurso lo inicia a las 5:43 y lo termina a las 7:16 de la tarde: 93 minutos, hora y media; lo hace ante la concurrencia en el Zócalo (de acuerdo con las autoridades asistieron 160 mil personas) y presenta 100 puntos de su plan de gobierno, iniciando el compromiso con los pueblos indígenas. El discurso no sólo su programa, sino los compromisos, hacen que la gente se entusiasme.

Los apoyos anunciados que conmueven a la multitud son becas educativas para los estudiantes de primaria y secundaria (de familias de escasos recursos), aunque no menciona la cantidad de apoyo; becas de 800 pesos mensuales a estudiantes de preparatorias de cualquier modalidad; 2 mil 400 en becas para 300 mil estudiantes universitarios. En este rubro también se comprometió a el próximo año crear 100 universidades, con educación de calidad, a lo largo y ancho la República mexicana, que atenderán a 64 mil estudiantes, con educación de calidad y sin pagar un solo cinco.

Por otro lado, elevará la actual pensión para adultos mayores a mil 274 pesos mensuales; lo mismo que recibirán un millón de discapacitados pobres y la contratación de 2 millones 300 mil jóvenes ninis como aprendices en el campo y la ciudad, que ganarán cada uno 3 mil 600 pesos mensuales. Además, los productores del campo recibirán un apoyo económico semestral para la siembra de alimentos y se otorgarán créditos a la palabra y sin intereses a ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios para adquirir ganado, al igual que a artesanos, dueños de talleres, tiendas y pequeñas empresas.

Además, se compromete a una cobertura universal en telecomunicaciones y México estará conectado a Internet gratuito en carreteras, plazas, escuelas, hospitales e instalaciones públicas.

También se comprometió a mantener relaciones respetuosas con el Poder Legislativo y con el Poder Judicial, aunque en el punto 58 dice que “no habrá partidas en el presupuesto a disposición de diputados o senadores” (eso lo deberá decidir cada poder); y que nadie gane más que él (no debería decidirlo por los otros dos poderes).

Al reflexionar en ambos discursos me viene a la mente la ranita de los memes: primero me embarga un sentimiento de esperanza y el anhelo de un futuro prometedor para México; luego recuerdo las metidas de pata del período de transición, de su gabinete de ex priístas, la cantidad de dinero que se necesita… y se me pasa.

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da/i