INICIO > ARTE
A-  | A  | A+

Imposible continuar sin cuestionarse

Pasando de la pintura a la exploración del cuerpo, hoy las obras de Temoc Camacho se plantean el tiempo, el espacio y los símbolos como punto de partida para seguir preguntando. (Foto: Mónika Neufeld)

Hacer por hacer un cuadro, una coreografía o un performance no está dentro del espectro creativo del artista tapatío Temoc Camacho. No encuentra sentido en ello.

Su práctica se encuentra atravesada por muchas preguntas, algunas de ellas incluso lo han paralizado en su labor: ¿para qué sirve pintar un cuadro figurativo como lo han hecho tantos durante cientos de años?

Pasando de la pintura a la exploración del cuerpo, hoy sus obras se plantean el tiempo, el espacio y los símbolos como punto de partida para seguir preguntando. En proyectos como La Güera, una compañía de danza que tiene junto con el creador Michel Alzaga, busca generar obras sin la prisa de la producción, sino de la misma pregunta que a veces necesita pausa para esbozar respuesta.

NTR. ¿Cómo nace tu acercamiento con las artes?

Temoc Camacho (TC). Pintando. Mi padre estudió diseño industrial y tenía algunos óleos, me los dio y con eso empecé, él tenía, además, una litografía de Goya, Saturno, devorando a sus hijos, que siempre me fascinó. La curiosidad me hizo comenzar y en la primaria gané algún concurso. Al salir de la secundaria tomé unos talleres en el Cabañas y ahí decidí que me iba dedicar a estudiar artes.

NTR. ¿Fue ahí donde encontraste tu voz propia o tu estilo?

TC. En realidad siento que esa es una búsqueda que no ha terminado, siempre he cambiado mucho en lo que hago, entrar a esos talleres me hizo ahorrarme muchos caminos, yo pintaba como la vida me daba a entender, salí de ahí intentando producir realismo, practicando mucho, hasta la Universidad cuando de verdad me enfrenté a esta crisis de conceptos, a que no se trata sólo de dibujar una figura humana que se parezca a la real. La obsesión cambió. Hubo un quiebre de lo que estaba buscando en la pintura por entonces

NTR. ¿Consideras ese quiebre como importante en lo que harías luego en tu carrera?

TC. Sí. Fue determinante. Entré a la licenciatura en el Cabañas con esta obsesión por la técnica y ahí conocí a Joseph Beuys y a Duchamp… tenía una obsesión por el realismo, por querer pintar lo que veía. Fue difícil porque, además de la técnica, pintaba cosas sociales, con una visión bastante cliché: personas de la calle, zapatistas, pictóricamente me importaba hacerlo muy bien. Esta ruptura fue total, conceptual y técnica. Fue difícil entender y entrar a algo mucho más simbólico o menos literal. Fue tan complicado que dejé de pintar dos años, empecé a hacer otras cosas.

NTR. ¿Qué pasó entonces? ¿Fue difícil dejar los pinceles así de manera arbitraria?

TC. Ahí comencé a hacer performance y luego danza, comencé a trabajar con el cuerpo y dejé la pintura a un lado porque además no sabía qué pintar, ya no tenía esa ansia, me sentaba y sentía que estaba perdiendo el tiempo. Fue un alejamiento brutal, pero encontré una cosa en esas otras prácticas que después empecé a vincular de vuelta con la pintura. Mi pintura ahora es mucho más desde el cuerpo, por eso la técnica se volvió menos importante, ahora me interesa más la imagen y las corporalidades y los cruces simbólicos.

NTR. ¿Cómo fue regresar?

TC. Fue fascinante, fue soltar la mano como en la primaria o la secundaria, volver a que no me importaran las nociones pictóricas, el material o el soporte. Lo que hoy hago viene de eso, de ese volver a la pintura y volver desde una zona más performática que plástica.

NTR. ¿Cambió el lugar desde donde observas la práctica artística?

TC. Todas estas crisis me hicieron volver al mismo lugar, aunque de otra manera. Para mí el arte es un campo de conocimiento que se expresa a través de los símbolos, desde antes y hasta ahora me interesa mucho en la práctica artística que hago los símbolos y el tiempo, que está tanto en la danza como en lo pictórico. Me parece que para el espectador es una forma de entrar a un campo de conocimiento desde otra perspectiva que se escapa de la perspectiva racional, educativa o institucional.

NTR. ¿Cambiaron los temas que te interesan?

TC. Cambió la forma en que los veía o los presento. En el fondo mis temas siguen siendo los mismos, pero, por ejemplo, ahora me interesa la idea de la hiperproducción de imágenes y la transformación del cuerpo en un sistema global, informativo, económico y social. Son las cosas que de alguna manera me interesaban al principio.

NTR. ¿Qué respuestas has encontrado en ese sentido?

TC. Es que tal vez no he llegado a una respuesta, y tal vez la respuesta tampoco es lo importante, sino que me he planteado más preguntas o me he obsesionado en un par y las he trabajado: la transformación del cuerpo, la producción de imágenes, etcétera, las sigo metiendo en mi trabajo porque materialmente o físicamente las soluciones prácticas que les doy en la escena o en la pintura aún no me han dado respuestas. No las estoy buscando. Me interesa caminar sobre esas preguntas.

NTR. ¿No te intimida que esto no sea lo que venda en el mercado de arte mexicano?

TC. Hasta hace poco intentaba que mi discurso pudiera entrar más en el mercado, que no se desvinculara de lo que le puede atraer al mercado de las artes, pero ya no, hoy creo que hay otros caminos, aunque quizás más largos. Hay que bancarse un poco y no renunciar a esta práctica que no se puede encasillar. En algún momento saldrá la oportunidad de vivir de esto de manera más cómoda, pero si no tampoco me interesa mucho, es algo que puedo negociar con otras labores. Se puede trabajar. Se debe trabajar. Para mí no es concebible trabajar una disciplina sin cuestionarse, es importante hacerse preguntas sobre la disciplina, cualquiera que sea en la que estés y luego, quizá, darle a eso soluciones prácticas.

“Fue difícil entender y entrar a algo mucho más simbólico o menos literal”

“Mi pintura ahora es mucho más desde el cuerpo, por eso la técnica se volvió menos importante”
Temoc Camacho, artista plástico

da/i