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Entregados a la Virgen

Atestado. El operativo Bienvenido Peregrino despliega más de 8 mil 500 servidores públicos para garantizar la atención y seguridad de la ciudadanía. Trayecto. La mayoría de los peregrinos llega a pie; desafían el cansancio, el clima y la inseguridad, ampa

Ciudad de México. El deambular es interminable. Algunos llegan desde Atlixco, Puebla, otros desde Iztapalapa y unos más desde San Juan del Río, Querétaro. Movidos por la fe, acuden cada año a la Basílica de Guadalupe, sin importar el cansancio que les provoca caminar días y horas, con apenas  un descanso en las noches para dormir un poco.

Francisca caminó desde Atlixco; hizo tres días de peregrinación. Sin embargo llegó contenta al Santuario mariano, acompañada por una joven pareja de vecinos, apoyada en un palo que le sirve como bastón.

Llegaron a la capital del país desde la noche del lunes y desde ayer por la mañana emprendieron la caminata para arribar a las 13 horas a la Calzada de Guadalupe, donde de frente se ve imponente la basílica antigua, aunque a su lado está la nueva, la que recibe a miles y millones de caminantes que se persignan y rezan cuando pasan al frente de la Guadalupana.

El ambiente es festivo, la mayoría viene de pie, pero no faltan aquellos que quieren dejar patente su penitencia en agradecimiento a un milagro.

Tal es el caso de Manuel, quien desde Atlixco carga a sus espaldas una Virgen de Guadalupe que pesa 5 kilos y, además, quiso avanzar el último tramo de rodillas, acompañado de su hermano.

Desde hace siete años asiste a la Basílica de Guadalupe, pero ésta es la primera vez que viajó a pie y quiso terminar de rodillas su peregrinación para pedirle a la Virgen por la salud de su padre, quien está perdiendo la vista.

Desde Iztapalapa y acompañada de su marido e hijos, a Margarita Alonso no le importó hacer siete horas de trayecto.

“Venimos a pedirle perdón, por todos los pecados que cometemos todo el año”, comparte Alonso, quien desde hace 13 años, primero con sus padres, y después acompañada por su familia, le rinde devoción a la Virgen de Guadalupe.

Imágenes, figuras, colores, retablos y flores acompañan a los peregrinos que solos o en familia, algunos con carretillas en las que llevan a niños de meses, llegan a la Basílica a recibir la bendición de la Guadalupana del Tepeyac.

Cruzan fronteras

Desde Bélgica, atraídos por la procesión, visitan el santuario religioso Xilia y su pareja Coronel, quienes confiesan estar fascinados por la devoción que muestran cientos de peregrinos que pasan frente a ellos y que no se cansan de fotografiar.

Los extranjeros consideran que la peregrinación de los mexicanos a la Basílica es un acto de fe, que une a los pueblos, por lo que puede verse como un acto muy bello. 

Declaran que vienen con el propósito de conocer el Santuario pues realizan un trabajo de investigación sobre todos los lugares donde ha aparecido la Virgen, en sus diversas versiones, desde la propia Europa, hasta África y ahora en México.

Mencionan que quieren entender cómo se dio ese proceso de mestizaje entre las culturas originarias en los distintos países y la colonización de Europa.

Trayecto. La mayoría de los peregrinos llega a pie; desafían el cansancio, el clima y la inseguridad, amparándose en su fe.
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A los pies de la Virgen

Pies descalzos, llagas en las plantas, rodillas lastimadas y cansancio que carcome los huesos, se olvidan al llegar a los pies de la Virgen de Guadalupe, a quien sólo se puede contemplar un momento porque, si se quiere permanecer más tiempo, los guardianes de la imagen lo impiden, pues hay miles de peregrinos que quieren contemplarla.

Originario de Cuitláhuac, Veracruz, José Manuel Domínguez dice que viene en peregrinación a pie acompañado por 32 personas, que hicieron nueve días hasta llegar ante los pies de la Guadalupana, como lo repite desde hace 28 años.

“La situación es difícil en Veracruz, hay muchos asaltos y atentados contra quien cruza determinadas zonas, pero eso no nos importa, porque sabemos que estamos protegidos por la Virgen”, dice.

Las danzas siguen y siguen, como la misma vida, pues cada paso y movimiento rítmico tienen un significado, como es el caso de la Danza de los negritos, que habla de los afrodescendientes que sufrieron mucho para adaptarse a la nueva tierra, pero que nunca dejaron perder sus bailes que eran lo que les daba un poco de alegría.

José Ramón Fernández explica que, más allá de los símbolos que pudiera tener, se trata de una tradición que viene desde los abuelos, que se ha transmitido de generación en generación y procuran que más jóvenes se integren para que esa tradición no acabe nunca.

“Ya pasaron muchos abuelos transmitiéndonos la tradición y nosotros queremos seguir haciendo lo mismo, para que los chavos aprendan y nunca se acaben nuestra tradiciones", expresó.

De Auacatlán, Puebla, José Ignacio Oropeza habla de la Danza de los rejoneros, que consiste en poner un estandarte y en su parte alta se ponen tejones o zorras. Los danzantes bailan alrededor de ellas, para después fingir la entrada de un toro, que es de cartón, que quiere embestir a los danzantes y éstos lo empiezan a torear.

Los de Zacatlán, Puebla, interpretan la Danza de los toreadores, para la que se visten de charros, chinas poblanas y de toreros con una imitación de traje de luces con el que  dan vida a una especie de arlequines interpretados por menores de edad.

“Aquí coincidimos muchos danzantes de muchas partes del país, cada quien de acuerdo con sus tradiciones y costumbres viene a rendirle homenaje a la Virgen de Guadalupe, y aunque no nos conocemos, coincidimos en que es la mejor manera de venerarla”, expresa José Ignacio.

De Tequisquiapan, Querétaro, Marco Antonio baila la Danza del rey Celso, que interpretan para venerar a la reina de todos los mexicanos, porque, dice, aunque hay muchos que no creen, pero igual ella ve por todos nosotros.

Son unos 40 bailadores que usan un penacho con la Virgen de Guadalupe, así como espejos pegados y vestimenta colorida, interpretan a moros y cristianos, en eterna lucha entre los malos y los buenos.

Las ceremonias en la Basílica de Guadalupe se repiten una y otra vez, siempre terminan con hurras y mariachis entonando Las Mañanistas, como preámbulo a la gran interpretación que entonarán hoy millones de mexicanos.

Por millones

Las celebraciones del 487º aniversario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac han congregado a 5 millones 828 mil personas, de acuerdo con la alcaldía Gustavo A. Madero.

El mar de gente obliga a montar cada año el operativo Bienvenido Peregrino que en esta ocasión desplegó más de 8 mil 500 servidores públicos para garantizar la atención y seguridad de la ciudadanía.

Hasta ayer, se habían brindado mil 759 atenciones médicas menores y sólo una persona requirió traslado a un centro de salud por síntomas de aborto. Notimex

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30 Módulos médicos

1,108 Toneladas de residuos sólidos han generado los peregrinos

JJ/I