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Pessoas

Hombre solitario y reservado, Pessoa tuvo que inventarse personajes –heterónimos– para tener con quien conversar, y de esa invención surgió una de las obras más extraordinarias de la lengua portuguesa. Fernando Pessoa fue hijo de Joaquim de Seabra Pessoa, un funcionario de enorme cultura musical que daba al Diário de noticias su opinión sobre obras relevantes de su tiempo. Murió de tuberculosis cuando el poeta tenía apenas 5 años y éste quedó a cargo de una abuela materna que padeció la locura, algo que en definitiva marcó a Pessoa y quizás –sólo quizás– de allí vino la herencia un tanto esquizoide del creador, quien sufrió –según él mismo– depresiones de origen histérico-neurasténico.

Fernando Pessoa, luego, fue a Durban, Sudáfrica, pues su madre se casó con un cónsul; leyó sobre todo filosofía, y sus mayores influencias están en Schopenhauer y Nietzsche y los integrantes del simbolismo francés. Estudió inglés y esa lengua se volvió su segundo idioma en el que escribió poemas. Su único libro publicado en vida se llamó Mensaje; luego escribió intensamente y lo guardó en un baúl, que podríamos nombrar de asombros: aún hoy no acaban de saber cuántos escritos hay ahí y quién fue verdaderamente Fernando Pessoa.

De sus Diarios que escribió durante casi toda su corta vida –murió con apenas 47 años– se desprende que vivió muy cercano a sus tías, que hizo estudios universitarios en Durban y Portugal, que tuvo algunos amigos y una única mujer con la que se relacionó sentimentalmente: Ofélia Queirós. Desarrolló algunos oficios en los que fracasó. Participó en diversas revistas literarias y fundó Orfeo; fue introductor en su país de algunos movimientos como el Futurismo y trajo en su obra las teorías estéticas del sensacionalismo, el paulismo y el interseccionismo; se puede decir que pese a que publicó muy poca obra en vida, Pessoa no es ni fue un poeta o un literato, sino una escritura, una literatura: todos aquellos que le hablaron alguna vez al oído para dictarle poemas (Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis) fueron sus fantasmas, sus amigos imaginarios o, tal vez, las muchas vidas en una que ahora conocemos como Fernando Pessoa –su apellido, sabemos, significa persona–.

Por El libro del desasosiego, sabemos que frecuentaba una fonda en el centro de Lisboa, de allí salía para desaparecer en las calles, volverse nada o todo.

victormanuelpazarin.blogspot.mx

JJ/I