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El Santuario, lugar de la tradición tapatía

De a poco. El Santuario de Guadalupe no era como se encuentra actualmente, pues incluso no contaba con atrio. (Foto: Alfonso Hernández)

Si de barrios populares de Guadalajara se trata, el Santuario debe ocupar alguno de los primeros sitios.

Su nombre le viene del Santuario de Guadalupe, templo de larga tradición en la ciudad. Pero éste no es el único distintivo del barrio: en sus calles el paseante puede encontrar algunas de las muestras de uno de los estilos arquitectónicos más representativos de la Guadalajara añeja. Sus casas de amplios patios interiores, zaguanes llenos de macetas y corredores que comunican las habitaciones, le han dado una identidad propia que, sin embargo, se ha ido perdiendo con el paso del tiempo y la llegada de los vendedores de medicinas.

A pesar de ello, la historia parece pasearse por sus calles.

Anteriormente esta zona representaba los límites de la ciudad, pues se encontraba justo en el límite de las “barranquitas”, como se conocía a los descensos en donde hoy se encuentra el parque Alcalde.

El desarrollo del barrio se dio a partir de la construcción de edificios que hoy son emblemáticos, tales como el panteón de Belén y el Hospital Civil.

Sus inicios

Armando González, cronista de la ciudad, narra que está zona era antiguamente la periferia de la ciudad; es decir, un sitio perfecto para la llegada de migrantes.

“Después de 1750 empezó a crecer en este sentido, sólo con migrantes. Posteriormente esta situación se acentuó cuando se construyó el Hospital de San Miguel de Belén, ya que era el único para toda la región de la Nueva Galicia. Muchísima gente se atendía en este lugar. Esto llevó a la construcción de fincas, tianguis, plazas, vecindades en sus alrededores; era un lugar donde nadie quería vivir, pues estar cerca de los hospitales no era bueno en aquellos entonces”, comenta el cronista.

Detalla que el barrio se pobló con gente de lo que entonces se llamaba clase baja, que se aglutinó en la actual calle Garibaldi, anteriormente llamada calle de San Diego, donde se encontraba un convento para niñas de esa cosas recursos.

“Las familias de migrantes se asentaban ahí. Era una zona muy insalubre y en malas condiciones; además, existían unas cuantas barrancas, por esto se le conoce también como “barranquitas”. El barrio permanece así por un tiempo; sin embargo, con el tiempo llegaron familias de mayores recursos económicos, a las que les iba bien, y que comenzaron a construir casas de dos pisos, que se encuentran a los alrededores del santuario”.

El santuario

Armando González afirma que el Santuario de Guadalupe no era como se encuentra actualmente, pues incluso no contaba con atrio, cruceros, ni cúpula, los cuales fueron construidos a fines del siglo XIX.

“El templo es de 1782, pero se construyó de una forma muy sencilla, pues lo que interesaba era el hospital. La iglesia se hizo en función de los migrantes; ahora tenían templo, casas y un hospital para toda la región. Fue hasta el siglo XIX que despegó con el arribo de muchas familias de mayores recursos, pero todavía es más común ver casas de un solo piso, esto debido a la pobreza que se vivía en la zona”.

A pesar de que hace unos años estas casas se convirtieron en la sede de farmacias que venden medicamentos fuera de la legalidad, la apertura del Paseo Alcalde le brinda la oportunidad de dar un giro y convertirse en una zona comercial y turística.

La belleza de sus fachadas y la amabilidad de sus interiores lo permiten.

Los Yañez

Armando González relata que la familia de Agustín Yáñez, que provenía de Yahualica, pasó gran parte de sus años en esta colonia.

da/i