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La nueva televisión

Durante las vacaciones, aprovechando una breve estancia fuera de mi casa, me dediqué un par de días a hacer algo que hace unos tres años aún me resultaba suficientemente entretenido para descansar y apagar toda función cognitiva: sentarme a ver la televisión.

No fue por costumbre que recurrí desquiciadamente a la vieja práctica del zapping, sino que me costó trabajo acostumbrarme a la oferta caprichosa de la programación. Tampoco es que no existan contenidos que me interesen en la televisión tradicional, aunque cada vez van resultando menos apetecibles en comparación con la oferta sobre demanda. Más bien, me resulta más disfrutable ver lo que quiero a la hora que quiero desde que el celular se convirtió en mi televisor.

Si alguien como yo, que creció viendo la televisión tradicional por horas y horas, es capaz de desacostumbrarse por completo, ¿qué podemos esperar de las nuevas generaciones que están creciendo con formas de consumo muy distintas?

Ya hay suficientes predicciones y congratulaciones sobre la inevitable muerte de la televisión. Al contrario: está más viva que nunca, al menos en el sentido esencial, el que implica la producción y consumo de producciones audiovisuales. Pero ahora es una nueva televisión, una televisión por Internet o, para utilizar la jerga técnica, la que han traído las aplicaciones Over The Top, específicamente Netflix y similares, aunque también YouTube.

Es probable que atestigüemos la pérdida de formatos que triunfaban en el esquema tradicional y el nacimiento de otros que se prestan más a las condiciones y demandas de las nuevas audiencias.

Si uno revisa el comportamiento de las televisoras mexicanas, Televisa y Tv Azteca, incluida su polémica alianza es evidente que ellas también lo han entendido. Pero es importante que las audiencias también sean conscientes de los próximos competidores en el mercado de esta nueva televisión: los gigantes de las tecnologías de la información.

Estas grandes compañías comienzan poco a poco a abandonar la especialización e incursionan en el mercado del entretenimiento. Con la salvedad de Microsoft, en el top 5 de las empresas dominantes, todas están probando éxito en el mundo del cine y la televisión: Prime Video (Amazon), YouTube Red (Google), Facebook Watch y Apple se encuentra en vísperas de lanzar contenidos que ha estado produciendo en el transcurso del año pasado.

Habría que valorar los riesgos de la concentración del soft power en estas empresas. Además, tenemos que preguntarnos qué pasará eventualmente con la televisión satelital y con los canales exclusivos de televisión cable. Cuando una industria evoluciona, una parte de ella muere lentamente. Será una intensa competencia por los consumidores y por el pastel publicitario.

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JJ/I