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La opinión pública está con AMLO

Salvo un reducido número que expresó su opinión en contrario, la acción emprendida por el presidente de la República de combatir el robo de los combustibles, incluyendo la medida extrema de cerrar los ductos que suministraban el líquido a las estaciones de distribución, recibió un apoyo generalizado de la población. Se puede hablar de un apoyo casi unánime hacia la medida de López Obrador.

Empero, si bien el apoyo incondicional fue mayoritario en un segmento de los ciudadanos, que solidariamente asumieron la cuota de las molestias a su vida cotidiana que dicha medida implicaba, hubo otro sector, específicamente la comentocracia, líderes empresariales y algunos gobiernos estatales y locales, que sin dejar de expresar en sus declaraciones el apoyo a la medida presidencial, emitieron una serie de críticas que prácticamente tomaron forma de ofensiva, sobre la manera en que el gobierno había instrumentado el operativo. Utilizando la abundante y privilegiada presencia que tienen en los medios masivos de comunicación, este sector no desaprovechó ninguna ocasión para torpedear la acción presidencial.

En el argot de los aficionados a las corridas de toros, no soy uno de ellos, existen dos sentencias que resultan muy útiles para intentar formular una explicación sobre los motivos de estos comportamientos. Una es “a toro pasado” y la otra “mirar los toros desde la barrera”. Con sus debidas proporciones guardadas, ambas sentencias nos sirven para ilustrar las reacciones de la comentocracia y de algunos gobernantes hacia la medida.

Pero antes habría que dar una respuesta, objetiva y realista, a una cuestión fundamental: ¿en su combate al huachicol, tanto del crimen organizado como de cuello blanco, se podría haber actuado de otra manera? ¿Podría haber existido alguna posibilidad de éxito en una acción de esta envergadura sin haber contado con el sigilo y la sorpresa para su aplicación? Cualquier estratega que se respete considera que estos elementos resultan fundamentales para cualquier acción de ataque. El secreto y el control estricto de la información son inevitables. Y en este punto, la implementación de la medida tuvo una precisión casi quirúrgica.

Aunque el problema del robo de combustibles, que se gestó durante el gobierno de Fox y se incrementó en los sexenios de Calderón y Peña Nieto, era un fenómeno harto conocido y frecuentemente difundido por los medios de comunicación, la verdad es que la complejidad y profundidad del problema no se había manifestado con la contundencia derivada de la acción presidencial.

El entramado de la actividad criminal supera lo imaginable. El ducto que conectaba a la refinería de Salamanca con una bodega en donde se almacenaba el huachicol es solamente un botón de muestra. Pero eso era lo visible, lo otro es el sofisticado mecanismo mediante el cual funcionaba el robo de combustibles, que incluía funcionarios de la paraestatal, gobiernos estatales y locales, empresarios, Fuerzas Armadas y policíacas, que desde 2011 la periodista Ana Lilia Pérez había denunciado en una serie de libros.

Para seguir con los términos taurinos, la faena del presidente ha recibido una clara aprobación en los tendidos (89 por ciento, según la encuesta de El Financiero); ha sido el segmento de los “críticos” el más reticente a reconocer la trascendencia de la acción. “A toro pasado” se dedican a difundir sesudas explicaciones e inclusive recomendaciones sobre la estrategia.

Aunque hay que reconocer que hubo notables diferencias en la manera de reaccionar de los gobiernos en los estados que resultaron afectados. Mientras el gobernador de Guanajuato implementó un decálogo para enfrentar la emergencia y con su sector empresarial tramitó una compra de hidrocarburo en el extranjero, aquí, en Jalisco, el gobierno se concretó a exigir, sí, a exigir a Pemex el suministro del combustible como en tiempos normales. Reticente para entender la dimensión de la acción presidencial, fue incapaz de diseñar un operativo para mitigar los efectos del desabasto entre los jaliscienses.

La expectativa generalizada entre la opinión pública es que si se derrota al huachicol el sacrificio habrá valido la pena.

@fracegon

JJ/I