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Tercera Raíz

Recién estuve leyendo con avidez el Alfabeto del racismo mexicano, de Federico Navarrete, un libro esencial para poner en jaque las absurdas preconcepciones dolosas y las permisivas concesiones ofensivas de todos aquellos que se burlan por el color de la piel o los rasgos fisionómicos de las personas, obviamente las que no corresponden con sus ideales prototípicos, y afiancé la idea del carácter racista de nuestra sociedad, muy dada a condescender según el porcentaje de melanoma en la piel.

Un aspecto de este libro llamó mi atención, la idea de quebrantar la noción del mestizaje, enaltecida hasta el hartazgo por el Estado en el siglo 20, tanto como idealizada bobamente por la intelectualidad ingenua.

En la entrada sobre el Mestizo señala que quizá es exagerada toda aquella faramalla ideológica o abstracción desmedida de filósofos y poetas acerca del indefinido que no sabe si es español o indígena. Dice el libro de Navarrete que “la cacareada mezcla biológica que produjo la raza de bronce no se llevó a cabo en el siglo 16, ni en el 19 o 20”, y reconoce que sí ha habido, por supuesto, uniones interraciales, incluso con africanos o asiáticos, pero que fueron “mucho menos frecuentes de lo que hemos imaginado”.

Una idea categórica como la anterior inscrita en una breve entrada de una sucinta, pero poderosa obra sobre el racismo en México debiera tomarse con cuidado, pues tengo sospechas con alto grado de comprobación documental, y susceptibles de ser comprobadas desde la antropología cultural y la genética, de que el mestizaje es más profundo de lo que imaginamos, y más en Jalisco, una sociedad facilonamente clasificada como conservadora, clasista y muy criolla.

En el sur de Jalisco está comprobado que la población indígena disminuyó durante la Colonia diezmada por las enfermedades, y por la necesidad de mano de obra el comercio de personas africanas esclavizadas floreció en el siglos 17 y 18. Entonces, la mezcla entre mulatos, esclavos o libres con españoles y con los indígenas que había fue mucho más frecuente de lo que hemos imaginado. Por ejemplo, en los registros parroquiales de Sayula está consignado que el 10 de mayo de 1784 el mulato libre José Luciano Pinto se matrimonió con la española María Anastasia Velasco, quienes tuvieron probada y larga descendencia.

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JJ/I