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Historias de corrupción

“El pueblo se cansa de tanta pinche transa”, dijo Andrés Manuel López Obrador en una enésima declaración sobre el combate a la corrupción.

Por supuesto que tiene razón. La sociedad está harta de las corruptelas en general, de hecho ése fue quizá el principal factor que influyó para que esté ahora en la Presidencia.

Sin embargo, hay cabos muy ligados al asunto de la corrupción: la impunidad y la opacidad. Con este gobierno ambos están demasiado sueltos.

Teniendo, como dicen, tan claro el panorama de transas, la impunidad es inexplicable, la opacidad es inquietante y cuestionar por ello es inevitable.

En los dos meses y días que lleva en Palacio Nacional, el presidente ha ido repartiendo acusaciones a ex mandatarios. En sus ruedas de prensa matutinas buena parte del tiempo la dedica a contar historias de corrupción y a achacar lo enquistada que está en el gobierno que si a Carlos Salinas de Gortari, que si a Vicente Fox, que si a Felipe Calderón.

Eso sí, de Enrique Peña Nieto, cuyo sexenio estuvo marcado por los dispendios, desvíos de recursos y casos de enriquecimiento ilícito, hasta ahorita se ha reservado el nombre; López Obrador sólo ha machacado una y otra vez que se llevaron todo, que con lo poco que dejaron habrá de sacar adelante al país, que exprimieron a Petróleos Mexicanos, que limpiará de corrupción y abusos al Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, cuyo ex director tenía un sueldo casi millonario, que los programas sociales servían para desviar recursos y comprar votos.

En sus historias de corrupción esta semana abrió un frente más con el programa de estancias infantiles, del que dicen que había desvío de recursos y le recortaron la mitad del presupuesto. Como los panistas brincaron por la decisión, entonces el presidente dijo que hay fines partidistas y en el embrollo embarró a la panista Josefina Vázquez Mota por los mil millones de pesos que el gobierno de Peña Nieto le entregó para el programa Juntos Podemos. Técnicamente sería para dar apoyo a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, pero de resultados poco se sabe.

En el caso de las estancias, las protestas por la apretada que le dieron a su presupuesto y recordar el caso de la senadora panista, detonó una sentencia mayor: el presidente anunció que cierra la llave de recursos a toda organización social.

“No les gusta el cambio, pero no vamos a ceder. Que nos amenazan con tomar las oficinas, ¡que tomen todas las oficinas, pero no vamos a ceder! Se acaba la corrupción”, fueron las palabras de López Obrador y hasta ahora no ha dado marcha atrás, como pasó con el recorte a las universidades.

Son 9 mil 500 estancias infantiles en los 32 estados del país y 50 mil padres de familia los que utilizan estos centros para el cuidado de sus menores.

Lo que dice María de los Ángeles Hernández González, representante de dueños y maestras de las estancias, es lo mismo que desde hace rato se dice y se exige cada vez que se ventila una nueva trama oscura: “Quienes tienen la corrupción son los de arriba, y si la conocen, que la expongan, que no solamente se dediquen a decir”.

Hay una especie de máxima según la cual donde hay dinero hay corrupción y por tanto se concede el beneficio de la duda a la barrida que el presidente dice estar haciendo en cada rincón del gobierno. Sin embargo, la pura verborrea, la falta de pruebas y, peor aún, el que no se aplique castigo y se recupere lo robado, también empieza a cansar.

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JJ/I