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¿Guarderías o abuelas?

¿Qué actividades son económicas y cuáles no? El economista Paul Samuelson decía sarcásticamente que jamás se casaría con su cocinera, porque era muy patriota. El razonamiento era muy sencillo: Si Samuelson le pagaba un salario, éste podría ser registrado como parte del PIB, pero si se casaba con ella, la remuneración económica desaparecería y el PIB de Estados Unidos disminuiría.

Resulta obvio que el la riqueza creada por la preparación de un desayuno sería igual si éste se preparara dentro de una relación laboral o conyugal,  pero el registro contable sería totalmente distinto. La cocinera produce como resultado de su inserción en el mercado de trabajo y la esposa de Samuelson no. Si identificamos al mercado como sinónimo de economía, estaremos dejando de lado una infinidad de actividades creadoras de riqueza.

Desde hace cuatro décadas la incorporación de las mujeres a las actividades generadoras de PIB ha sido aceleradísima. No es para menos, con la caída en el poder de compra de los ingresos individuales de la mayor parte de los trabajadores, el ingreso familiar se ha podido sostener por la reducción del tamaño de los hogares y por la incorporación de más miembros del hogar al trabajo remunerado.

Sin embargo, ello plantea un problema mayor: ¿quién cuida entonces a quienes se quedan en casa? (Niños pequeños, ancianos, personas con discapacidad, etc). En el caso de los niños dos respuestas son clave: las guarderías y las abuelas  Las primeras juegan un papel similar a la de la cocinera de Samuelson, firman parte de una actividad reconocida formalmente como económica, parto las abuelas no.

¿Juegan las segundas un papel económico y merecen una remuneración? Sin ellas es muy probable que millones de hogares no hubiesen podido enfrentar la caída de su poder adquisitivo y la pobreza sería mucho mayor. En ese sentido, el pago al cuidado de niños ejercido por las abuelas parece ser un acierto. Sin embargo, para quienes no pueden dejar a sus hijos con las abuelas y dependen de guarderías, la precarización de las mismas puede derivan en un enorme problema para los niños y el conjunto mismo de los hogares.

Si la economía estudia la administración de recursos escasos, cabe entonces preguntarse si hay que dirimir entre dar dinero a las abuelas o a las guarderías o si, en cambio, ambas opciones debieran ser prioritarias y se requiriera buscar otra lógica de financiación, aumentando los ingresos por otras fuentes, o reduciendo gastos en otros ámbitos.

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JJ/I