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Alfaro: ¿a qué fue a Palacio?

¿Para qué se reunió el gobernador Enrique Alfaro Ramírez con el presidente Andrés Manuel López Obrador, apenas cinco días después de que ante sus huestes alfaristas advirtiera que “no voy a gobernar agachado ante el presidente de México” y días después de que se oficializó que éste vendrá a Jalisco el 9 de marzo?

Trascendió que en la agenda presidencial no estaba contemplado que López Obrador le diera audiencia al mandatario jalisciense, y que fue el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien le gestionó que el presidente lo recibiera por unos momentos en Palacio Nacional. ¿Cuánto duró exactamente el encuentro entre ambos gobernantes? Sólo el equipo cercano de ambos lo sabe, pero me remito a lo que Alfaro Ramírez confesó en el video que difundió a través de sus cuentas en redes sociales: “Un rato” (“en el Día de la Amistad me tocó platicar un rato –negritas del columnista– con el presidente de México”, dijo).

¿Cuánto es “un rato”? ¿10, 15, 20 minutos? ¿De qué se puede hablar en ese tiempo? Sólo ellos dos lo saben, pero no es fortuito ni es coincidencia que Enrique Alfaro haya buscado ese encuentro después del “no voy a gobernar agachado ante el presidente de México” y en vísperas de que se anunciara oficialmente la visita de López Obrador al estado. Pero hay otro ingrediente: se asegura que en palacio de gobierno ya sabían del resultado de una encuesta que no le era del todo favorable, y que sumado a la rechifla que recibió durante el juego final de la serie de beisbol en la cancha de Charros, encendía los focos rojos en el equipo alfarista.

Valga recordar que en mi entrega de ayer referí dicho resultado de la encuesta y que coloca a Alfaro en el lugar 16 de aceptación entre sus gobernados, con 32.3 por ciento, apenas un punto porcentual por arriba de la media nacional, que no es una buena señal para quien arrasó en las pasadas elecciones de julio pero que ha registrado un inusitado desgaste en menos de dos meses en el cargo al mantener un franco enfrentamiento público con el presidente de la República y ser abrumado por una preocupante percepción de inseguridad pública entre la población, que tampoco advierte atención del gobernador en los principales problemas de la entidad porque está concentrado en los temas nacionales. ¿O cuál es la causa por la que sólo tres de cada 10 jaliscienses aprueban al gobernador?

Ante este panorama de desgaste y baja calificación de aprobación ciudadana pregunto: ¿Enrique Alfaro acompañará al presidente López Obrador en los dos actos públicos que tiene programados, uno en Encarnación de Díaz y otro en Guadalajara? ¿Qué tanto es el riesgo de que en alguno de los dos eventos pueda ser abucheado como lo fue su colega de Guerrero, Héctor Astudillo, el 11 de enero en un acto público encabezado por AMLO o como lo fue en el estadio de beisbol? El escenario en el que creo es mayor el riesgo de que eso pueda suceder es en el acto en la Plaza de la República donde el público mayoritariamente será morenista o lopezobradorista. ¿Se atreverá Alfaro a estar presente ahí?

Por eso es obligado preguntar: ¿a qué fue Enrique Alfaro a Palacio Nacional sin estar en la agenda del presidente de la República y salir de ahí con las manos vacías, únicamente con promesas presidenciales de saliva, de acuerdo con lo que informó el mandatario estatal en aquel video? ¿Fue a limar asperezas? ¿A preparar políticamente el terreno para la próxima visita presidencial a Jalisco el 9 de marzo?

En sexenios anteriores el gobernador con baja calificación de sus gobernados apostaba a una visita presidencial para subir sus bonos, luego de que se hacían públicas las obras o los apoyos que daría el gobierno federal. ¿Será éste el caso de Enrique Alfaro? No lo creo, pero todo puede suceder. Al tiempo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I