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Las debilidades de la 4T

¿Cómo ves la 4T? Con esta pregunta abrimos los mexicanos muchas de nuestras conversaciones cotidianas haciendo referencia a alguna novedad que el presidente declaró en sus conferencias mañaneras para avanzar en su programa de gobierno.

Andrés Manuel López Obrador se levanta todas las mañanas con la presión de hacer realidad una cuarta transformación equiparable históricamente a la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Cada una de las anteriores transformaciones tuvo un enemigo claro a vencer: los españoles que nos colonizaban, los conservadores que favorecían las instituciones monárquicas y religiosas, y el régimen de Porfirio Díaz que favorecía el privilegio de los latifundistas.

Desde su campaña AMLO trató de dejar claro quién es el enemigo a vencer en la cuarta transformación: la élite que habilita la corrupción a la que ha dado distintos nombres, como la mafia del poder, el conservadurismo o los fifís.

Todas las acciones que ha emprendido desde que inició su gobierno pueden leerse desde esta la óptica de despachar a quienes él identifica como corruptos. Bajó salarios y prestaciones a servidores públicos y redujo el número de asesores por dependencia para purgar a los aviadores y funcionarios que hacen negocio con su posición. Paró proyectos en curso como el del nuevo aeropuerto y centralizó las licitaciones en Hacienda para purgar los favoritismos y negocios por debajo del agua con fondos públicos. Lanzó la campaña contra el huachicoleo para purgar a funcionarios de Pemex y otros actores que hacía negocio robándose el combustible.

Esta semana tocó el turno a las organizaciones de la sociedad civil. El presidente declaró que no se pagará ni un peso desde el gobierno a este tipo de organizaciones que “simulan” ayudar, pero evitan que todo el dinero llegue a los beneficiarios.

La estrategia que está siguiendo el gobierno tiene tres problemas a largo plazo:

Primero, se abusa del hacha y se usa poco el bisturí. Si tengo una infección en un brazo, cortármelo de tajo me resuelve el problema a corto plazo, pero me genera un problema de capacidad serio a largo plazo que pude haber evitado con un tratamiento puntual. Las amputaciones que está haciendo el gobierno a sus funcionarios más talentosos y a actores externos que aportan conocimiento, experiencia y capacidad van a limitar seriamente la calidad de las acciones que se emprendan durante este sexenio y más allá.

Se puede hacer la misma purga, pero con acciones de mayor precisión que eviten cortar el trigo bueno junto con la cizaña. El problema es que llevan más tiempo y quizás no tienen tanto impacto mediático.

Segundo, el enemigo está en todos lados. Es extremadamente dañino para la integridad del país que el presidente etiquete como enemigas a todas las instituciones que generan contrapesos sanos en una democracia. La prensa crítica es fifí. Los organismos autónomos son instituciones de la mafia del poder. La oposición en el Poder Legislativo no tiene autoridad moral para contradecir sus propuestas. Las organizaciones de sociedad civil están secuestradas por el conservadurismo.

El presidente ha declarado una y otra vez que la cuarta transformación, a diferencia de las tres anteriores, será pacífica. Pero ¿cómo contribuye a la paz que en lugar de dialogar con quienes tienen ideas diferentes los descarte como enemigos?

Tercero, todo recae en el llanero solitario. Conducir un país de más de 120 millones de habitantes es muy complejo… y eso sin contar lo que implica hacer un cambio profundo en menos de seis años. Imposible hacerlo pretendiendo tener el control de todo y marginando al Poder Ejecutivo del resto de instituciones del país.

Simpatizo con la prisa del presidente por transformar a México venciendo al enemigo de la corrupción, pero me preocupa que, por hacerlo en solitario, contra todos y dando machetazos a diestra y siniestra, al final quedemos peor de como empezamos.

@ortegarance

JJ/I