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PRI: 90 años y sin futuro

Las puertas del edificio del PRI en Lagos de Moreno se encuentran cerradas, pero en una de ellas se observa un aviso que dice: “Para cualquier tema o asunto relacionado con el partido, los atenderemos en las oficinas de la regiduría del PRI en la presidencia municipal planta baja. Gracias”.

El presidente del comité municipal es el regidor Israel Esparza, ahijado de Hugo René Isaías Ruiz Esparza y Perez (sin acento), padre del también edil y secretario de Organización del comité estatal, Hugo René Ruiz Esparza Hermosillo, y quien a decir del anuncio en la puerta de la sede priísta, utiliza la oficina pública del palacio municipal laguense para atender asuntos partidistas, violentando lo que establece el artículo 143.

Pero lo que sucede con el comité municipal en Lagos es reflejo fiel de la realidad que viven muchos otros comités municipales en el estado y que demuestran las condiciones en que quedó el PRI en Jalisco luego de la catastrófica derrota –si podemos agregarle ese adjetivo– en las elecciones de julio. Hoy es un partido pobre, endeudado, con poca militancia, desconcertado y desubicado, en muchos municipios entregado al gobierno en turno, sin ánimo de ser oposición sino, por el contrario, negociando algunos beneficios a cambio de sus votos o para evitar represalias en su contra por las cuentas pendientes que pueden tener.

Y en este lamentable escenario, los priístas se encuentran con la noticia de que su dirigencia nacional contratará una deuda por 250 millones de pesos, porque los 590.6 millones de pesos de los que dispondrán este año como prerrogativas, ya descontadas las multas que deberán de cubrir, “resulta insuficiente para solventar el gasto del partido”, confesó el presidente de la Comisión de Finanzas del Consejo Político Nacional, el ex gobernador queretano Enrique Burgos.

Habrá comités estatales y municipales que aplaudan el endeudamiento porque confían en que recibirán parte de esos recursos para hacer frente también a sus gastos, pero la duda es si utilizarán esos apoyos económicos para los que serán exactamente presupuestados, pues el año pasado eso no sucedió en el comité estatal y, al parecer, lo que estaba presupuestado para el pago de deudas fue destinado a gastos de campaña.

Por ejemplo, en el presupuesto de 2018 se consideraron poco más de 5.5 millones de pesos que se adeudaban por concepto de impuestos, pero resulta que no se pagaron porque en el presupuesto para este año, 2019, fueron incluidos nuevamente en el rubro de gastos, lo mismo que lo correspondiente a los remanentes de campaña 2014-2015 por un monto de 8.6 millones de pesos.

Sin duda la situación del otrora poderoso PRI es más que lamentable: sin dinero y prácticamente sin militancia. Con sólo 12 gubernaturas, 47 diputados de 500 y 14 senadores de 128.

Pero, ¿qué se puede esperar de este partido que está a unos días de cumplir –no sé si consideren conveniente festejar– 90 años de existencia y entrar a un proceso de elección de una nueva dirigencia que venga a relevar la que encabeza Claudia Ruiz Massieu? ¿Cuál es el riesgo de división o resquebrajamiento si no logran sacar una elección en la que todos queden contentos, si no son capaces de presentar un presidente de unidad o único? ¿Quién será quien pueda levantar los ánimos de la militancia que parece no estar muy interesada en elegir a su nueva dirigencia?

Hoy hay tres aspirantes apuntados: Ivonne Ortega, ex legisladora; Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, y José Narro, ex secretario de Salud. Hay quienes observan al segundo con mayores posibilidades de dirigir al PRI, pero deberán de operar con mucho cuidado para que los seguidores de Ortega y Narro no se rebelen. Y es que en las condiciones en que está, el PRI no soportaría ya una mayor división.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I