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Madruguete a las mujeres

Obras son amores y no buenas razones e intenciones. Ese viejo y sabio dicho podría bien aplicarse a la polémica desaparición del Instituto Jalisciense de las Mujeres (IJM).

Si una institución está fallando en su cometido o no está cumpliendo con su función y objetivos, antes que nada se evalúan su desempeño, los resultados obtenidos y al final se toman decisiones consecuentes con su reestructuración, redefinición de objetivos o su desaparición.

La decisión impulsada por el actual gobierno y decidida en el Congreso de Jalisco, de integrar el Instituto de las Mujeres a la Secretaría de Igualdad Sustantiva, podríamos suponer que obedece a que las funciones sean cubiertas por esta nueva dependencia, pero si en dicha secretaría deberán atender problemáticas tan diversas como el apoyo a migrantes indígenas, jóvenes, discapacitados y las mujeres, es bastante probable que la efectividad de la política orientada a las mujeres se diluya o desdibuje por tratar de atender todo y nada a fondo.

Por otra parte, llama la atención que en distintas secretarías e institutos haya recursos asignados para la atención a la violencia contra las mujeres, para las vivas, maltratadas o asesinadas, cuando realmente no hay una política que articule los esfuerzos de las diversas instituciones públicas. Y en verdad no importaría que se extinguiera el IJM si en su lugar se trabajara en una política integral que implicaría un diagnóstico preciso de los problemas que afectan a las mujeres, una definición de políticas, programas y acciones consecuentes, que deberían evaluarse de manera permanente y con base en ello establecer metas para mejorar la atención de tan diversas problemáticas.

Quisiera suponer que el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en el apoyo de las mujeres en mucho podría contribuir en la definición de ese conjunto de elementos que requieren las políticas públicas, para garantizar su efectividad. Su presencia en el Congreso del Estado es un justo reclamo a que se les consulte, se aproveche la experiencia de trabajo con las mujeres, en lugar de cancelar las posibilidades de una atención institucional coherente y eficaz.

Si hay un lugar en donde las formas cuentan es en el Congreso de Jalisco. Curiosamente Salvador Caro, que preside la mesa directiva, convocó a una sesión plenaria improvisada en la que bastaron 20 de 38 votos de los diputados y diputadas MC, PRD, PT y el Verde para aprobar “ajustes y la eventual extinción del Instituto Jalisciense de las Mujeres”. Obviamente podemos advertir que la sesión de improvisada no tenía nada, todo estaba bien planchadito para acabar con el instituto.

Para sumar a las contradicciones, dentro del Consejo Ciudadano del IJM se advierten claramente dos posiciones: una que promovió una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la desaparición del IJM y otra en pro de que la Secretaría de Igualdad Sustantiva retome – entre otras- las funciones del IJM. Es lamentable que en la refundación de Jalisco la utilización de los consejos ciudadanos para legitimar las decisiones de los gobiernos no marque diferencia con lo que hicieron en el pasado reciente los gobiernos emanados de PAN o del PRI. Un consejo, aunque sea consultivo, se forma con ciudadanos conocedores del área y se constituye para que aporte su conocimiento y experiencia, a fin de que los gobiernos puedan tomar las mejores decisiones con relación a un área o problema específico. Poco puede aportar un consejo al que no se le informa, ni se le convoca para el debate y la deliberación, y más bien se le utiliza para legitimar las posturas, las políticas o acciones de los equipos de gobierno, o peor, las de una autoridad que impone su punto de vista y muestra muy poca disposición para la escucha y el diálogo constructivo en favor de las decisiones que pueden afectar a los ciudadanos.

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JJ/I