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Ahora contra evasores

En los casi 100 días que lleva la presente administración se han revelado corruptelas en muy amplios sectores desde el huachicoleo hasta el lavado de dinero a través de universidades, y ahora van contra los evasores fiscales.

La semana pasada, el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República estimó en el estudio Evasión Fiscal en México, que el erario deja de recibir alrededor de 510 mil millones de pesos anualmente por esta nociva práctica que en 2016 representó 2.6 por ciento del PIB.

Quizá por ello, Carlos Romero Aranda, procurador fiscal de la federación, anuncia que se les acabo la fiesta a quienes estén fuera de la ley, simulen o defrauden con impuestos.

Una de las prácticas más nocivas y difundidas a lo largo y ancho del país, en materia fiscal, es la facturación fantasma, esto es la emisión de comprobantes fiscales sobre servicios o productos no realizados o vendidos, y que sirve ampliamente para el lavado de dinero y también para la evasión y elusión fiscales.

Si como dijo Romero Aranda, “vamos a utilizar toda la fuerza del Estado contra esos defraudadores”, los ingresos fiscales del gobierno pudieran elevarse de manera sustantiva y ayudar a sufragar el alto número de compromisos sociales hechos por el ejecutivo federal.

Y si a esto se suma la vigilancia fiscal a los grandes contribuyentes, los ingresos pudieran ser mucho más elevados y servir para una mejor distribución de la riqueza nacional.

 AHORROS

Vale la pena mencionar lo dicho por el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelí, que ofrece apoyo al gobierno para elevar el crecimiento económico –que este año se advierte será apenas de 1.6 por ciento–.

La oferta de Salazar Lomelí, sin embargo, no es de a gratis y por ello advierte de la necesidad de no perder la competitividad de las empresas nacionales.

En este campo se centra el naciente conflicto obrero-patronal en torno a los salarios y prestaciones de los trabajadores, así como a la necesidad de mantener la rentabilidad de los negocios.

Justo es que la productividad del trabajo, de la mano de obra, redunde en mejores sueldos y no que con el pretexto de la baja productividad se mantengan los salarios a la baja y las utilidades empresariales a la alza, como sucedió en las últimas décadas.

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Twitter: @salvador_mtz

JJ/I