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Los 100 días

En el conversatorio 100 días: un análisis de las acciones de gobierno en materia de derechos humanos, medioambiente y género, la conclusión fue que 31 por ciento de lo que divulga Andrés Manuel López Obrador es falso y que su postura ante organizaciones civiles y el minimizar políticas ambientales no son signos positivos.

El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), Equis, Justicia para las Mujeres, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (CentroProdh) y la Fundación Heinrich-Böll-Stiftung Ciudad de México participaron en este análisis a los primeros tres meses y 10 días del presidente.

Lo que ahí se expuso y se cuestionó coincide con el malestar en una parte de la sociedad que no está muy convencida ni con los cambios ni con la manera de hacer las cosas del nuevo gobierno.

Por ejemplo, el combate a la corrupción sigue siendo el eje en cada discurso del presidente, pero esto contrasta con su oferta de amnistía y la ausencia de hechos concretos para castigarla. El extraño silencio en torno a la administración anterior, que sólo ha roto para señalamientos que rayan en meras habladas, es cada vez más notorio y cuestionable.

La consideración para las altas esferas políticas señaladas por presunta corrupción, mientras se van con todo contra un programa social como el de las estancias infantiles argumentando una red de prestanombres, niños fantasma y mal manejo de recursos son extremos que no terminan de cuadrar.

Los derechos humanos han sido otro de los temas recurrentes en los discursos del presidente. La instalación de una nueva comisión para esclarecer el caso de los normalistas de Ayotzinapa, las disculpas públicas del Estado a los padres por la desaparición de los jóvenes en Tierra Blanca y a la periodista Lydia Cacho son notas positivas.

Pero el caso de las estancias infantiles se percibe como uno de violación a los derechos humanos, de modo que organizaciones civiles y legisladores de todas las bancadas, incluyendo los morenistas ya hasta formaron un frente de protección de los niños y sus madres.

Los 100 días también han estado marcados por polémicas consultas públicas para aplicar medidas que se creían improcedentes, como la cancelación del nuevo aeropuerto en la Ciudad de México para iniciar otro, pero en la base aérea Santa Lucía. Cuando no se sabe, pero en el ínter se ha ido saliendo al paso con declaraciones como el reciclaje de materiales que ya no se utilizarán en la obra de Texcoco.

De las consultas salió la luz verde para el tren maya, a pesar de carecer de estudios de impacto ambiental y del riesgo para el medio ambiente que han señalado organizaciones civiles como el Cemda y, por supuesto, descalificadas por un presidente al que hemos escuchado, una y otra vez, expresarse peyorativamente de puntos de vista contrarios. O todos son corruptos o todos son neoliberales o todos son fifí.

Abonando a la percepción de incoherencia, el presidente acaba de cancelar una mina en el estado de Baja California Sur, pero sus palabras en torno al compromiso con lo ecológico fueron poco creíbles. La medida se sumó a la lista de decisiones que suenan a capricho.

Van 100 días, se ve mucha prisa en actuar, tanta que se brincan la legalidad; se suelta mucha información aunque después haya que corregir o matizar, pero lo que menos ha demostrado en los hechos el presidente es lo que pregona en sus palabras: que ofrece la mano amiga y que exista concordia. Lo que él dice a propósito de los días de mandato es que va a ganar “la temporada” a los conservadores.

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JJ/I