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Celebrar la resistencia

Poco hay que celebrar cuando las condiciones son adversas y menos cuando el objeto central de conmemoración es tan obvio y ampliamente reconocido en abstracto, que resulta difícil crear conciencia de su singularidad, sus debilidades y la necesidad de urgente protección: me refiero al libro. La mayoría estarán de acuerdo en su importancia, pero hay matices de por medio que nos ayudarían a comprender la necesidad de fortalecer el eslabón de la cadena que produce ese bien cultural sin parangón como extensión de nuestra memoria, el de los editores pequeños o llamados también independientes.

En 2019 los editores agregamos la compaña oficial de reducción de los precios de los libros a la permanente situación de incertidumbre en la industria. Plausible en términos de propaganda de un programa que quiere promover la lectura, pero negativa en términos de desvaloración del libro producido por editoriales que no reciben apoyos oficiales y cuyos precios de venta al público son resultado de la suma de los gastos de producción y de una proyección modesta de ventas. Plantear de manera tácita que un libro es caro en sí mismo, reducirlo a su mínima expresión material (sólo como un número de hojas de papel impresas) y compararlo con los precios de ediciones de tiros grandes no hace más que esconder las realidades complejas: las de muchos editores en pequeño que invierten tiempo y dinero en preparar títulos diversos en conjunto con agentes, traductores, correctores y diseñadores para lograr que lectores sean seducidos sin que el precio importe demasiado.

Como sucede en otros órdenes de la relación entre gobierno y sociedad, las decisiones desde los ámbitos gubernamentales en los tres niveles podrían hacer de fiel de balanza e incidir en el grado de equidad en un mercado propicio para los consorcios trasnacionales, con la idea de que los editores dejen de subsistir y puedan también desarrollarse y ampliar la bibliodiversidad. Desde el gobierno deberían privilegiarse las medidas de protección y fomento, las exenciones fiscales, la promoción, la vinculación para la toma de decisiones y la preferencia en las licitaciones, todo dentro de la legalidad. De otro modo, cumplir años y celebrar no tiene mucho sentido, como ahora que Arlequín cumple 25 y no hay mejor celebración que la resistencia.

@LibracoFP

JJ/I