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López, el obrador de siempre

“Impredecible, contradictorio, astuto, sagaz, solitario en sus decisiones, autoritario, líder social, opositor incómodo, dueño de un carisma que nadie regatea”, así describían hace 11 años –2008– algunos analistas a Andrés Manuel López Obrador, que en ese entonces, con miras a las elecciones presidenciales de 2012, para unos era la opción y para otros un peligro, anotaba en su edición del 2 de noviembre de aquel año el periódico Excélsior.

En lo que el matutino denominó como un “manual” sobre el hoy presidente de la República, hasta para sus colaboradores López Obrador era “impredecible, más que contradictorio”, y confesaban que “no es fácil trabajar con él y menos entenderlo”.

Cuatro años antes, en 2004, otros analistas dibujaban al Andrés Manuel que hoy vemos despachar en Palacio Nacional, cuando se discutió su Proyecto Alternativo de Nación que contenía 20 puntos. Hace 15 años, el ex dirigente partidista Jorge Alcocer declaraba al suplemento dominical Enfoque del diario Reforma: “El texto parte de una visión religiosa en donde hay buenos y malos. Los buenos tienen un líder que es él y ese líder quiere ser presidente para él encargarse de corregir todo lo malo, no hay una visión democrática, no hay una visión de leyes, de estado de derecho. Lo que hay es una visión mesiánica…”.

En 2002, en una entrevista con la revista Cambio –ya fuera de circulación–, siendo jefe del Departamento del Distrito Federal, López Obrador declaraba: “Si yo le muestro la síntesis (de prensa) del día de hoy de los periódicos, veremos que políticamente estoy muerto. De 10 columnas, 10 en contra. Estoy vivo, ¿me explico? Afortunadamente el pueblo raso opina de otra manera…”.

Sobre el apoyo económico a los adultos mayores y con miras a la pensión universal del ciudadano, cuestionado sobre que sus críticos aseguraban que esos apoyos eran subsidios, Andrés Manuel refería en esa misma entrevista: “Sí, ése es un asunto muy trillado. La verdad es que jamás se le entrega nada a la gente. Esto no es nada comparado con lo que se destina a los banqueros. Así es la hipocresía: todo lo que va a los pobres lo llaman populismo, lo llaman paternalismo. Todo lo que va a los de arriba, fomento o rescate…”.

“El éxito de la estrategia de comunicación de Andrés Manuel López Obrador (…) está comprobado. Con sus conferencias de prensa matutinas (…), el político tabasqueño ha alcanzado una popularidad sin precedentes, su imagen se difunde allende las fronteras (…) y sus declaraciones marcan la agenda del día para los medios de comunicación (…)”. La declaración anterior no se refiere al actual presidente de la República, sino al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, emitida por Gisela Rubach, entonces coordinadora del diplomado de marketing político en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) en septiembre de 2003, en una entrevista publicada en el ya desaparecido periódico El Independiente.

Al cumplir Andrés Manuel López Obrador 100 días como presidente de la República resulta importante realizar este mosaico de lo que ha sido su figura como político, como eterno aspirante a la Presidencia de México y como gobernante para confirmar que lo que hoy hace desde Palacio Nacional no es nada nuevo y que no podemos exigir que cambie, que rectifique el camino y sus decisiones ante lo que para muchos han sido errores garrafales con altos costos para el país, porque simplemente esa es su ruta de siempre y nada ni nadie lo hará cambiar.

“López Obrador genio y figura”, encabezó su nota aquel diario El Independiente en 2003; “No es un espejismo, es Andrés Manuel”, tituló el periódico Excélsior en 2008. Este es López Obrador, un Andrés Manuel que tiene una estrategia política, social y económica que gusta a algunos y atemoriza a muchos.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I