INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Políticos retrógrados

En días pasados, el Congreso de Nuevo León aprobó penalizar el aborto, con un dictamen que reforma la Constitución Política del Estado de Nuevo León, con 30 votos a favor, ocho votos en contra, dos abstenciones y dos diputados que se ausentaron.

Por la frase: “Es de reconocer por este parlamento que existe vida humana desde el momento mismo de la concepción” han sido tachados de ignorantes, particularmente con el argumento de que los políticos no tienen capacidad para decidir cuándo empieza la vida humana, y señalan que en vez de legislar sobre castigar a la mujer que aborta, deberían aprobar una política pública de educación sexual y difusión de anticonceptivos, sobre todo entre los jóvenes, para disminuir los abortos y no el encarcelamiento de las mujeres.

Sostienen que encarcelar a una mujer por abortar, con la idea de que el aborto es un homicidio, es una pésima política pública. Para algunos diputados la aprobación implica reconocer la vida humana desde el momento de la concepción; para otros “no basta con penalizar el aborto si no se resuelve de raíz el problema de garantizar condiciones óptimas para una vida libre de violencia”.

Ser progresista significa, en la actualidad, estar del lado correcto de la línea que divide a los retrógrados y medievales; el sólo insinuar un cuestionamiento a estas ideas, desacredita, crea mal historial, pone el reflector para ser adjetivado como un inquisidor en potencia.

La ideología de género, abanderada por los nuevos progresistas, tiene un doble blindaje; ya que sus defensores afirman que todas las ideas y valores tienen estrictamente un fundamento científico y racional, y por otro lado sostienen que sus propuestas son asistidas por una ética de vanguardia que nos purifica de atavismos históricos como el machismo y la moral religiosa.

La postura de los creyentes en la defensa de la vida del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, y el rechazo al aborto, es a su juicio, retrógrada, pues está fundamentada en creencias personales.

Sin embargo, estudios científicos comprueban la existencia de una vida, de una persona diferente, desde el momento de su concepción. El ser humano es una individualidad genética única, no reproducible. La vida comienza en la fecundación. Desde este momento ya es una vida distinta a sus progenitores, con una carga genética propia, y tiene la potencialidad e individualidad para desarrollarse por sí misma.

Científicos, filósofos y profesionistas cuestionan con discreción la ideología de género y evitan encararla abiertamente, para no ser anotados en la lista de los políticamente incorrectos.

El respeto a la vida no debe estar sujeto a debate, ni siquiera con el afán de apertura o de vanguardia, o por cuestiones de gustos o de sentimientos, como si el respeto a la vida dependiera de lo que sienten o piensan algunos.

En la actualidad hay que ser políticamente incorrectos para defender las causas como la familia, la educación y la vida.

Cuando un creyente expresa públicamente la postura de no aceptar el aborto no es por intolerancia o de rechazo al diálogo, sino de ser coherente al derecho que toda persona tiene de vivir, sobre todo si se trata de un inocente todavía no nacido, derecho que no está subordinado ni a los individuos ni a los padres, y tampoco es una concesión de la sociedad o del Estado.

Hoy el objetivo es domesticar a los católicos para expulsar al cristianismo del espacio público y extirparlo del corazón de cada ciudadano. Esto se expresa en políticas públicas, medios educativos, académicos, intelectuales y de comunicación, acompañados por leyes limitativas contra la libertad religiosa.

Todos, creyentes y no creyentes, estamos necesitados de lecciones de humanidad. Umberto Eco, en el libro En que creen los que no creen, insiste en que la razón y la fe de las personas siempre entran en diálogo, porque la verdad no puede estar en pleito consigo misma. Debemos construir un puente de encuentro, incluso en los desacuerdos.

[email protected]

JJ/I