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Aprendamos a ser felices

A partir de 1971, el gobierno de Bután (pequeño país de Asia, localizado al sur del Tíbet y colindante de Nepal y Bangladesh) decidió trabajar de manera sistemática y consistente para concretar la felicidad nacional. Por ello creó índices como el de la Felicidad Nacional Bruta para medir el desarrollo de la población, en lugar de Producto Interno Bruto, creado para medir la generación de riqueza económica.

Así es como Bután inició a impulsar entre sus ciudadanos la búsqueda de satisfactores más espirituales, físicos, sociales y medioambientales.

Por ello, a iniciativa del Reino de Bután, en 2012 la ONU decide instituir el 20 de marzo de cada año como el Día Internacional de la Felicidad, a fin de reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.

En los últimos años la convicción de que el bienestar debe anteponerse al crecimiento material ha ido cobrando significado en un mundo caracterizado por las crisis de los sistemas financieros, el crecimiento de la inequidad y la destrucción del medio ambiente.

En el Reporte Mundial de la Felicidad 2018, se clasifico a 156 países según su PIB per cápita, el apoyo social, la esperanza de una vida sana, la libertad social, la generosidad y la ausencia de corrupción, y encontramos, por ejemplo: 1) que en los primeros 10 lugares de felicidad encontramos a Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda, Suecia y Australia; 2) El país más feliz de América Latina sigue siendo Costa Rica en el lugar 13 de todos los 156 países. México subió un lugar al sitio 24 de la lista, en comparación al 25 del año anterior. Venezuela mostró el mayor descenso en la felicidad de entre todos los países y ahora se coloca en el número 102 de la lista; 3) Así mismo el Reporte también reveló que Burundi es el más triste y los estadounidenses se están volviendo más infelices por problemas relacionados con la depresión, la obesidad y la crisis de opiáceos.

Tal Ben-Shahar, psicólogo de la Universidad de Harvard, sostiene con estudios que la felicidad se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para un deporte: con técnica y práctica. Hoy, el gobierno y los propios ciudadanos deberemos trabajar para ser felices.

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da/i