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Canto de sirenas

Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien
Víctor Hugo

Se cumplieron los primeros 100 días de López Obrador en el gobierno y se han difundido al respecto todo tipo de reacciones, desde los aplausos y las porras más fanatizados hasta las más recalcitrantes críticas que muestran igualmente arraigados fervores. Nada de eso suma al avance hacia una democracia madura.

Como dice el dicho popular: todos los excesos son malos, y desde hace poco más de 100 días se han cometido más que nunca antes, tirando unos hacia un extremo y los otros hacia el contrario. En lugar de entrar en un periodo de tranquilidad tras los meses de exaltación electoral, el país ha continuado polarizándose cada día más.

Ahora, con un Andrés Manuel López Obrador ocupando el Palacio Nacional con actitud de candidato opositor en campaña, tensando las situaciones conforme se presentan, con sus incondicionales incitando a sus seguidores a la confrontación desde sus posiciones de poder, perdonando a delincuentes, permitiendo que se cometan delitos en los terrenos de su competencia mientras tira la pelota al gobernador correspondiente, y un largo etcétera, no puede esperarse que el ambiente se distienda y mejore, sino todo lo contrario.

Durante 100 días hemos atestiguado decisiones descabelladas y caprichosas en temas que cuestan a los mexicanos miles de millones de pesos sin que nada suceda en ningún lado. No hay quejas ni críticas, mucho menos manifestaciones, mítines o discursos de protesta que denuncien los excesos que, en un futuro temprano, afectarán los bolsillos de todos los mexicanos.

Capricho conveniente

Un ejemplo es la cancelación de la obra del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM), conveniente decisión que dotará de obras millonarias a las empresas afines a López Obrador y sus colaboradores cercanos.

El caprichito obligará al país, además, a pagar las pérdidas por alrededor de 200 mil millones de pesos –120 mil millones por costo de cierre de obras más 80 mil por intereses de cancelación de los bonos de deuda según el periódico El Financiero–, que hacen palidecer las cuentas alegres que declaran a los medios el presidente y sus secretarios de Comunicaciones y Hacienda.

Dolorosas

Otras decisiones han dado mucho material para analizar y reflexionar. La polémica derivada de nombramientos como el de Yazmín Esquivel Mossa, esposa de José María Riobóo el empresario constructor de cabecera de AMLO, como nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), muestra cómo el presidente pretende influir en las decisiones del máximo tribunal, lesionando la división de poderes.

A pesar de que López Obrador asegura que Riobóo no será contratista de su gobierno y dice también que la magistrada Esquivel actuará con total independencia en la SCJN, nadie puede meter las manos a la lumbre de que eso sucederá.

Mordaza

Otro asunto que fue motivo de escándalo hace unos días fue un audio en el que la magistrada del séptimo tribunal colegiado administrativo en Jalisco, Claudia Mavel Curiel López, comunicó a sus homólogos que “…por instrucciones de la presidencia de la Corte –señala la nota del 15 de marzo en la revista Etcétera–, los jueces deben evitar críticas y comentarios públicos contra el presidente Andrés López Obrador”, so pena de ser sujetos a procedimiento administrativo.

Según un audio al que tuvo acceso el periódico Reforma, la magistrada informó a sus homólogos durante una reunión de esa directriz que, prácticamente, les coloca una mordaza en cuanto a sus opiniones personales sobre el presidente y su gobierno.

¿Y la libertad de expresión consagrada en la Constitución para todos los mexicanos? Al parecer se va desdibujando y eso que sólo llevamos 100 días con López Obrador al frente del gobierno.

@BenitoMArteaga

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JJ/i