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Bajo rendimiento

Depresión y ansiedad no respetan edades, condición económica, social, género o raza, es una enfermedad cada vez más común entre la población y particularmente entre los estudiantes que deben enfrentar retos sociales, académicos y de crisis de valores a su alrededor y mucho se debe a la exposición continua en redes sociales, muestra de ello es el aumento de suicidios en menores.

La sintomatología para detectarlas es variada y hay que estar atentos de manera intuitiva ya que conforme se agrava el problema se van sumando al diagnóstico comportamientos como el bajo rendimiento académico,  distanciamiento de amistades, aislamiento, tristeza, miedo, menos participación, insomnio, cansancio, alteraciones alimenticias como la falta de hambre o la glotonería, irritabilidad, agresividad, berrinches, apatía, pérdida de energía  y de iniciativa, dolores o sensaciones en el pecho, la cabeza, los músculos o el estómago, falta de aire, alteraciones en el habla iniciando con una falta de cohesión, lentitud en sus pláticas, celos excesivos provocando la obsesiva pertenencia de la atención de la pareja; tartamudeo hasta llegar al enmudecimiento, mareos, autolesiones. Posterior a detectar los síntomas, se requiere de un diagnóstico para conocer las causas y entre ellas está seguramente la falta de un espacio en la sociedad, algún trastorno en lo familiar, la separación de los padres, algún cambio en la vida social o económica, la falta de un proyecto de vida, el acoso escolar, algún trauma sexual e incluso antecedentes de depresión en los padres.

Después de conocer los síntomas y las causas por el diagnóstico vendrá el tratamiento y la OMS recomienda impedir el uso de antidepresivos, pero sí la atención por medio de neurólogos, psiquiatras, psicólogos. Una de las mejores terapias es la ocupacional y por lo tanto realizar actividades deportivas de manera sistemática por medio de entrenamientos en deportes en conjunto, actividades artísticas igualmente en grupos o academias, actividades científicas y tecnológicas, el aprendizaje de otro idioma.

Todas ella que generen acercamiento con nuevas amistades dentro de la vida de los niños y los adolescentes. Acciones que den momentos de satisfacción ante los logros y por lo tanto espacios de alegría que combatan la distimia. La ingesta de fármacos podrá ayudar en algunos casos bajo la supervisión profesional de expertos en ansiedad y depresión pero no serán la solución ya que ésta precisamente es la socialización, la afectividad, el reconocimiento, la aceptación de la comunidad.

De no atenderse pronto puede tener finales fatales por los altos grados de emotividad y subjetividad que tienen los niños y los jóvenes. Como decía Facundo Cabral, los deprimidos y ansiosos están distraídos y desocupados de la vida, de la naturaleza, de lo maravilloso de la soledad, del amor, de la salud, de la juventud, de hacer lo que uno ama.

Twitter: @SaucedodlaLlata

JJ/I