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Queremos paz

El mundo era otro, sin límites de muros y fronteras…
Maná

En los campanarios de las iglesias y templos de Jalisco, cada vez más, la triste y pausada melodía del toque de duelo acompaña a los que han muerto por la violencia.

Ha surgido la alarma en Guadalajara, por un gran repunte en el número de asesinatos dolosos, donde la mayoría son jóvenes.

Si bien los medios de comunicación han sido discretos y cuidadosos para no incomodar al poder, los casi 580 muertos en lo que va del trimestre enero-marzo exigen una reflexión madura y seria para el conjunto de la sociedad.

Cada asesinato y cada cuerpo encontrado en esta gran fosa a cielo abierto que es Jalisco es un drama en sí mismo. Primero, por la pérdida de una vida, y más si es de jóvenes y niños.

Se entremezclan la tristeza, el sentimiento de indefensión, la rabia, la angustia, la patología social que estamos viviendo y la desesperación. En las familias, los amigos y el entorno cercano se impregnan del sabor de la impunidad, que cada vez más muestra su rostro.

Cuando el amor lo aplasta, el más fuerte llega el dolor la sangre y la muerte…

Por muchos análisis sociales que hagamos nos falta apoyar una visión profunda de la vida y de la paz que queremos. Necesitamos un planteamiento que se apoye en la construcción de una nueva sociedad, el planteamiento de una vida con sentido que nos abra a los demás y no nos encierre en nosotros mismos.

Cada asesinato y cada desaparecido es una derrota humana que no podemos obviar y que ya no podemos seguir indiferentes.

Esta realidad en la que se encuentra nuestro país, de la corrupción y la violencia en la que hace años vivimos nos llama como ciudadanos a redoblar esfuerzos y actuar unidos, integrando y engarzando todas nuestras fuerzas y recursos. Necesitamos una primavera de paz.

Necesitamos una acción decidida y concertada de todos los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, entre ellos, las iglesias, para trabajar en favor de la paz.

Las acciones no se pueden quedar solamente en artículos de opinión y comunicados, pues éstos son sólo el principio del proceso y no el fin en sí mismo; se hace imprescindible incidir socialmente.

No, no, no, no, no, no, la guerra...

El diálogo y colaboración con las autoridades en los diferentes niveles de gobierno, con los organismos estatales y municipales, son urgentes para construir un pensamiento de paz.

Debemos buscar y aprender de todos los esfuerzos y las actividades que se están efectuando por la paz, tanto en las iglesias y en los medios de comunicación como en las organizaciones de la sociedad civil de todo nuestro país.

Fortalecer desde las comunidades el acompañamiento a las víctimas, crear centros de escucha y atención a víctimas y continuar apoyando a las familias en busca de sus desaparecidos.

Activar talleres de reflexión y reconciliación, así como la dimensión antropológica, ética y jurídica de los derechos humanos.

Necesitamos acciones de construcción de la paz, en todas las regiones del estado de Jalisco. Estamos llamados a construir entre todos una primavera de paz.

La violencia nos lleva a la deshumanización de las sociedades. Nuestra tierra ya es cenizas, son constantes la desaparición forzada y la muerte, con regiones donde la pobreza y la desigualdad son recurrentes.

Ea, queremos paz y no la guerra, hay muchas armas en la tierra…

Es indudable que necesitamos una nueva narrativa social en los medios de comunicación para escribir, investigar y trabajar en la defensa de los derechos fundamentales de la sociedad. Un trabajo orientado al cambio social, donde se aborden los conflictos de manera constructiva y éticamente responsable.

Es urgente impulsar y reconstruir el sentido comunitario de nuestras comunidades para que todas las personas se involucren y participen en las causas sociales de nuestro estado.

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JJ/I