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Peruanos, sin acceso directo al agua

(Foto: AP)

LIMA. En la cima de una colina de esta ciudad ubicada en medio de un desierto, la peruana María Jiménez espera el lento arribo de un camión cisterna que le vende el agua más costosa del país.

“Sin agua uno no puede comer ni asearse, imagínate ir a trabajar así”, dice la vendedora callejera de dulces, de 45 años, que vive con sus tres hijos en edad escolar y paga 6 dólares para llenar un recipiente de mil litros que debe durarle dos semanas y cuyo consumo por día no alcanza ni siquiera para el mínimo de 100 litros diarios recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

María forma parte del millón de habitantes de la capital peruana, 10 por ciento, que por décadas no tienen acceso directo al líquido, pero debe comprarlo al precio más alto del mercado. “Estoy pagando como si fuera rica”, comenta con amarga alegría mientras se lava el rostro con pequeñas cantidades que luego le sirven para echarlas sobre el piso de tierra y evitar que el polvo se eleve. “No podemos darnos el lujo de regar las plantas, esa agua también nos hace falta”.

El metro cúbico, o su equivalente de mil litros, cuesta alrededor de 86 centavos de dólar para el resto de la ciudad.

La vida de quienes no cuentan con una conexión directa con la red de agua, usualmente en zonas alejadas donde los habitantes ocuparon terrenos sin permiso de las autoridades, también incluye pobreza y enfermedad, destacan los expertos.

Al ser el agua tan costosa, “no lavan bien sus alimentos, no usan bien los servicios higiénicos, no porque no quieran sino porque no tienen esa posibilidad”, asegura Fernando Momiy, director de un proyecto sobre agua financiado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional. “Entonces se producen enfermedades diarreicas en los niños, anemia, los chicos faltan a la escuela y la mamá pierde el trabajo porque tiene que llevar a sus hijos a la posta médica”, añade.

De acuerdo con cifras oficiales, el acceso al agua marca una línea de diferencia entre los propios peruanos: en un día cualquiera María Jiménez usa 17 litros en promedio mientras que los habitantes de la zona más rica de la ciudad unos 447 litros.

Hace dos años, durante el racionamiento de agua de cuatro días que se produjo en toda la ciudad a causa del fenómeno climático El Niño, que había llenado de barro los reservorios de agua de la capital, María tuvo que comprar mil litros de agua al precio récord de 12 dólares.

“Estaba salada y la tuvimos que hervir para poder usarla”, explica.

Walter Obando, jefe de la Autoridad Nacional del Agua, recuerda con ironía que los ríos, lagos, glaciares y acuíferos del país suman casi 2 billones de metros cúbicos de agua disponible por día, pero señala que 66 por ciento de los habitantes viven en la franja desértica costera pegada al Pacífico, donde existe una disponibilidad de acceso al agua de 2.2 por ciento.

“Los peruanos no vivimos donde está el agua, sino en las zonas más secas”, afirma.

da/i