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Interacciones entre gobierno y sociedad

La relación entre los gobiernos y las organizaciones sociales o de la sociedad civil propicia vínculos en los que deben cuidarse los equilibrios. Quien gobierna y dirige el rumbo de un país, un estado y hasta un municipio debe ser el gobierno legal y legítimamente electo. Por otra parte, aunque los ciudadanos hayan emitido su voto en favor de un gobernante, ejercer su derecho a la participación va más allá de las elecciones.

En México y en Jalisco la llegada de nuevos personajes y proyectos de gobierno alienta a los grupos de ciudadanos a organizarse en torno a las problemáticas que les afectan, a participar a través de en la defensa de sus propios derechos, de los derechos sociales y políticos de otros, propicia la vigilancia continua y no pocas veces el diálogo permanente con sus autoridades.

El actual presidente se fogueó en las luchas populares en su natal Tabasco. Fue creciendo como líder de organizaciones sociales, de movimientos de protesta y encabezó iniciativas políticas y encabezó el gobierno de la Ciudad de México. Después de sortear muchas dificultades, este proceso lo ha llevado a la Presidencia de la República. La trayectoria misma de López Obrador le aporta ventajas para mejorar la relación que un gobierno debe mantener frente a las organizaciones de la sociedad, y es que comprende de qué se tratan las reivindicaciones de los derechos, las protestas para exigir que se cumplan y las demandas de la sociedad.

Hoy López Obrador muestra cierto escepticismo sobre la representatividad de las organizaciones, un dejo de desconfianza de que la sociedad civil tenga la capacidad para trazar las líneas estratégicas de lo que México necesita. Pareciera que las organizaciones, los dirigentes sociales y líderes de movimientos sociales poco podrían aportar a un proyecto de nación como el que el presidente visualiza. Lo que el presidente ha privilegiado como mecanismo de participación ciudadana han sido las consultas. Pero al menos en las que hasta ahora se han realizado no hay información suficiente para que quienes participan tengan claras las opciones que más convienen al conjunto. Se han planteado de tal manera que es difícil creer que, si el resultado fuese distinto a lo que el gobierno espera, la autoridad respetaría lo que las consultas le indican.

Al final, pareciera que las consultas se realizan para legitimar una decisión previamente tomada más que para animar a que los ciudadanos nos informemos de lo que está en juego, discutamos y deliberemos sobre asuntos que son cruciales para el país. En el mejor de los casos hay un buen deseo de que la voluntad popular y la del presidente coincidan.

Es verdad que se necesita cierta dosis de voluntarismo para cambiar el rumbo del país. Que eso anime al presidente, a su equipo y a muchos ciudadanos que consideramos este momento como propicio para incidir en las políticas y tratar de resolver los grandes problemas nacionales es comprensible. Pero no basta la voluntad, hace falta reconocer la experiencia de muchos dirigentes y líderes de la sociedad, lo que han hecho y que ha resultado conveniente, que les ha llevado a tener logros tangibles, que han derivado de la participación de los ciudadanos o mejor, de la interacción entre los gobiernos y la sociedad organizada. Y mejor si es desde la localidad, la colonia, el municipio, el estado. Se trata de aprovechar la energía creativa y orientarla a mejorar la vida de las personas y sus organizaciones.

Las aportaciones de quienes han estudiado los movimientos sociales pueden contribuir a que la relación entre organizaciones sociales y los gobiernos potencie las capacidades de unos y otros. La presencia de dirigentes sociales en los gobiernos puede marcar nuevas pautas para una cooperación eficaz y aportar la necesaria visión crítica respecto de lo que hace el propio gobierno.

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da/i