INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Aprender en el límite

La semana pasada hubo tres momentos muy notorios que pusieron a prueba el uso racional de la fuerza por parte de las fuerzas policiales. Fueron muy notorios por sus implicaciones, pero lo cierto es que cotidianamente los policías enfrentan disyuntivas cuya resolución deben realizar en décimas de segundo.

Uno de esos momentos llevó a la reforma al código penal que castiga con penas máximas de 70 años a quienes cometan homicidio en agravio de un funcionario público de seguridad, procuración o impartición de justicia.

El martes 19 de marzo un grupo de sicarios emboscó a un comandante de la Policía de Guadalajara y sus dos escoltas en Tonalá. Sólo sobrevivió uno de los escoltas. Fue un momento en que los agentes no tuvieron tiempo para reaccionar. Aun tomados por sorpresa, lograron herir al menos a uno de los involucrados en el ataque.

En momentos como ése es crucial que los elementos de seguridad pública tengan la destreza para reaccionar inmediatamente con inteligencia y precisión. De ahí la importancia de capacitación y entrenamiento en tácticas, tiro, reacción e incluso primeros auxilios que pueden salvar la vida a alguno de los compañeros heridos.

A continuación y horas antes de aprobarse la reforma, el miércoles 20 de marzo un regidor de San Pedro Tlaquepaque protagonizó una persecución peliculesca que es para poner los pelos de punta.

Un policía investigador y dos policías municipales accionaron sus armas “a manera de advertencia” según el fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez. Su advertencia fue tan certera que atinó un par de veces en la cajuela del vehículo que perseguían.

Quizás influyó el doble asesinato de los policías del día anterior para que atacaran de la manera en que lo hicieron al automovilista sin saber que se trataba de un funcionario público. Quizás no. Tampoco es más importante la agresión porque se haya tratado del regidor Alberto Alfaro, sino sólo más notorio.

Situaciones como ésa las viven los policías diariamente y en su actuar deben recurrir a la violencia como última medida dentro de lo posible. La aplicación de la fuerza pública debería ser proporcional al peligro que representa el sospechoso tanto para él como para otras personas, pero en casos que no son tan notorios, como el del político y empresario es difícil que se haga público.

La postura institucional de Solís Gómez es la que se espera de él como funcionario y como político, pero no es la que debería haber asumido en el plano de lo ideal porque tendría que anteponer la verdad y el respeto a los derechos humanos ante esa lealtad a la fiscalía que encabeza. Reconocer un error requiere valor, y más uno interno al liderar una institución pública, de otra manera el error sepulta.

El tercer momento notorio fue este viernes el enfrentamiento de policías de Zapopan contra probables integrantes de un grupo delictivo que derivó en la muerte de uno de los agentes.

Ese caso no se trató de una emboscada, sino de un “acontecimiento fortuito” en el patrullaje, según la versión oficial de que encontraron a los sospechosos cuando estaban armados.

Los agentes contestaron al fuego en un escenario difícil, sobrepasados en número y armas por los atacantes, dentro de su territorio.

Hasta donde se sabe, parece que hubo una respuesta proporcional a la violencia de los agresores. Ya aprobada la reforma al código penal, ellos serían los primeros imputados en enfrentar el posible castigo bajo la nueva legislación, pero la sola ley no va a impedir que maten a policías en las calles.

En una era de transformaciones, refundaciones y recortes presupuestales es fundamental dotar a los elementos operativos de conocimientos para saber cómo actuar en una situación límite, para aprender a hacerlo sin dudar un segundo y darles el equipo necesario para que cumplan su función preventiva.

@levario_j

JJ/I