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Cada vez más ancianos consumen derivados de marihuana

(Foto: AP)

Laguna Woods, California. Los viejitos, algunos con caminadores, otros con bastones, se presentaron a la hora indicada al portón de ingreso de la comunidad para jubilados donde residen en un barrio exclusivo a pocos kilómetros de Disneylandia y se montaron en un autobús.

No iban al supermercado ni a una excursión: Estos setentones y ochentones fueron a un sitio con aspecto de café fino donde comieron algo, se entretuvieron con juegos y compraron productos derivados de la marihuana para todo un mes.

“Es una experiencia muy especial para los viejos”, dijo entre risas Ron Atkins, un distribuidor de productos de belleza jubilado de 76 años, mientras observaba un juego de bingo en el dispensario de marihuana Bud and Bloom en Santa Clara.

La mayoría de los estados de Estados Unidos permiten ahora la venta de marihuana con fines médicos y diez de ellos, incluido California, autorizan a toda persona de al menos 21 años su consumo con fines recreativos.

El gobierno nacional, no obstante, todavía prohíbe su consumo a pesar de que su aceptación va en aumento. Un estudio del gobierno del 2018 comprobó que un 61% de los estadounidenses aprueban la legalización, la cual gana aceptación incluso entre los ancianos.

De hecho, algunos ejecutivos de la industria dicen que el sector de mayor crecimiento es el de las personas de la tercera edad, que buscan tratamientos para sus dolencias, para dormir más y para otros males asociados con la edad, consumiendo la misma hierba que alguna vez usaron en las fiestas.

“Diría que la edad promedio de nuestros clientes es unos 60 años, tal vez un poco más”, comentó Kelty Richardson, enfermera de la clínica Halos Health de Boulder, Colorado, que hace exámenes médicos y vende por internet cannabis recomendado por médicos.

Su director médico, Joseph Cohen, ofrece seminarios Cannabis 101 a ancianos que desean saber qué tipo de marihuana es mejor para los dolores de la artritis o para dormir mejor.

No hay demasiados estudios científicos que constaten los beneficios de la marihuana en relación con problemas específicos. Hay evidencia de que la hierba alivia dolores crónicos en los adultos, según un informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina. Pero el mismo el estudio dice que la falta de información científica puede plantear riesgos.

En Bud and Bloom, los ganadores de los partidos de bingo se llevan a casa nuevos vapeadores. Pero Atkin no vino a eso. Viene periódicamente desde hace dos años a comprar unas barras de chocolate con sabor a cannabis y unas gotas para aliviar los dolores de una estenosis dorsal a la que los opioides recetados ya no le hacen nada.

Dice que ensayó este recurso en un gesto de “desesperación”. Sus médicos, afirmó, no lo alentaron a que probase marihuana con fines médicos, pero tampoco le dijeron que no lo hiciese.

El dispensario se llenó con las 50 personas del autobús que van de mostrador en mostrador examinando desde pastillas hasta gotas y bebidas con sabor a cannabis, por no hablar de la vieja planta.

Adele Frascella, quien se apoya en un bastón, compra un paquete de golosinas masticables que según ella la ayudan con el dolor de la artritis.

“No me gusta tomar opioides”, dice Franscella, de 70 años. Admite que de joven fumaba marihuana. “Lo hice a los 18, 19, 20 años”, expresó. “Pero después tuve un bebé, me casé y dejé de hacerlo”.

Reincidió hace unos pocos años, aunque ahora prefiere comerla en lugar de fumarla.

Renee Lee, otra baby boomer que fumó en su juventud, dice que volvió a hacerlo hace más de una docena de años, después de someterse a una operación del cerebro y otros procedimientos médicos que hacían que tomase “10 medicinas al día, cuatro veces al día”. “Y no mejoraba”, manifestó.

Les preguntó entonces a sus médicos si podía probar marihuana como último recurso. Le dijeron que lo hiciese y no volvió a sentir dolores.

La enfermera Kalty Richardson dijo que la gente debe informarse y aprender cómo consumir estos productos.

Dick Watts, de 75 años, lo hizo a fuerza de golpes. Este contratista que arreglaba techos en Nueva Jersey, ahora jubilado, dice que empezó a tener problemas para dormir al llegar a los 70. Fue a un seminario en el que dijeron que la marihuana lo podría ayudar y compró una barra de golosina con sabor a cannabis.

Ahora, cuando tiene problemas para dormir, se come una pequeña golosina plateada y dice que se siente despejado y fresco.

“La tengo allí arriba, para que mis nietos no puedan llegar”, dijo Watts.