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Necedad y corrupción

La palabra necedad suele entenderse como sinónimo de terquedad, como cuando una persona se resiste a tomar en cuenta las razones que le ofrecen y se aferra a seguir actuando de la misma manera, aunque siga sin obtener los resultados deseados. En ese sentido, la necedad es absurda e incongruente.

Podría poner más ejemplos, pero me parece que sor Juana lo explicó bastante bien en sus célebres redondillas, en las que denuncia la aparente contradicción de los hombres, pues por un lado exigen a las mujeres comportarse con ellos de cierta manera, y luego les reclaman por haberlo hecho: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

Es tan absurdo ese comportamiento, que a muchos les parece normal, que sor Juana tiene que equipararlo con otro igual de absurdo, el de alguien que empaña a propósito un espejo y luego se queja de que no ve bien su reflejo en el mismo: “¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro?”.

Para sor Juana era muy claro que esa aparente necedad era en realidad una estrategia masculina para no asumir ninguna responsabilidad en torno a lo que ocurriera en la relación entre un hombre y una mujer. Actuando de esa forma los hombres terminamos siempre saliéndonos con la nuestra, pero haciendo que la mujer sienta que ella fue la responsable o culpable de cualquier cosa que haya ocurrido.

Esa estrategia engañosa no sólo se utiliza en el campo de las relaciones afectivas, sino que suele utilizarse en muchas otras áreas debido a su efectividad para evitar asumir la responsabilidad o trasladar la culpa de la falta de resultados hacia otras personas.

Esta misma necedad parece haberse apoderado de algunos políticos integrantes del partido que gobierna en Jalisco en lo que se refiere al tema del control de la corrupción, pues desde hace varias semanas están exigiendo que el sistema anticorrupción, en general, y el fiscal anticorrupción, en particular, den resultados y metan a los corruptos a la cárcel, sin ver que son ocasión de lo mismo que acusan.

Por un lado, el gobernador de Jalisco ofrece una rueda de prensa en la que anuncia que, según él, tiene elementos suficientes para acusar de corrupción a uno de los titulares de la Secretaría de Salud de Jalisco de la pasada administración, Antonio Cruces Mada, con lo que, de entrada, y asumiendo que sea cierto lo dicho por el gobernador, lo pone a él y a sus cómplices en alerta, y les da tiempo de revisar si hay evidencias que puedan destruir antes de que el fiscal anticorrupción las obtenga.

Por otro lado, el coordinador de la bancada de MC en el Congreso se suma a la exigencia de que el fiscal anticorrupción dé resultados, pero en este momento hay por lo menos dos iniciativas de ley que están, congeladas, como se dice coloquialmente, que modificarían la Ley Orgánica de la Fiscalía de Jalisco, y le darían mejores condiciones de trabajo al fiscal anticorrupción, quitándole, por ejemplo, la responsabilidad de investigar las denuncias de tortura, que son demasiadas, y le quitan tiempo para investigar a fondo los casos de corrupción.

Con esto no quiero quitar responsabilidad al titular de la fiscalía anticorrupción, quien tendrá que dar cuentas sobre sus criterios para organizar y priorizar la investigación de los asuntos a su cargo, pero sí quiero señalar que exigirle resultados inmediatos cuando no necesariamente cuenta con los mejores recursos, legales, organizacionales o humanos para llevar a cabo su trabajo deja la impresión de que está resultando incómodo por algún motivo poco claro.

Así que, parafraseando a sor Juana les diría: ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? A las fiscalías anticorrupción, queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las queréis, y déjense de necedades.

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da/i