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El señor cafeína de la sala de prensa

(Foto: Katia Diéguez)

En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara hay un lugar dedicado a los periodistas y fotógrafos. Esos que cargan una libreta, o la cámara y que corren de un lado a otro por las instalaciones de la Expo Guadalajara.

En la sala de prensa hay sillas, computadoras, internet; pero lo más importante: hay café.

“¿Qué le ofrezco señorita?, ¿americano o expreso?”, le pregunta don Héctor a los reporteros y reporteras que entre las prisas buscan una dosis de cafeína para mantener la energía. Lo que no saben es que quien les sirve todos los días es uno de los mejores meseros en Jalisco.

El hombre de tez morena, ni alto ni bajo, lleva chaleco negro con decoraciones amarillas, ese que lo identifica como mesero y que pareciera lo lleva con orgullo. Sean las nueve de la mañana o las ocho de la noche muestra siempre una sonrisa.

Héctor Ortiz es uno de los muchos meseros que atienden la feria del libro y que ofrece bebidas a los visitantes. Sin embargo, él prefiere la sala de prensa porque dice, es la más interesante y conoce personas de todo tipo.

La fila es larga –sobre todo en la mañana- para pedir una taza de energía ya sea en forma de té o de café. Toman el vaso, sueltan una carcajada y se van rápidamente, pero el dueño de la cafeína seguirá ahí parado por el resto del día.

Banquetes Providencia es la empresa contratada por la FIL desde hace varios años y es en la que trabaja Héctor desde hace ocho años. El negocio capacita a todos sus meseros y los evalúa constantemente. Tras varios años y muchos cursos, Héctor ocupa el quinto puesto dentro de una flotilla de 200.

Aparte de atender eventos, es también jefe de meseros en un restaurante en Jalostotitlán y da asesorías.

“Un mesero debe tener actitud y educación”, dice.  Para él, lo principal es servir. Y aunque es experto en vinos, cortes y etiqueta, piensa que lo primordial es atender al cliente y darle una experiencia agradable.

Don Héctor era antes un hombre de negocios. Se dedicaba al comercio de sistemas de riego y contaba con muchos clientes, pero la corrupción y la obsesión por el dinero lo hizo perder el interés.

“A mí no me gusta mi trabajo, me apasiona. Si no me apasiona lo que hago, entonces no”.

Y pareciera que la pasión por el café lo hace levantarse todas las mañanas y atender a decenas de profesionales de la información. Es el hombre que mantiene despierta a la sala de prensa y que, al menos por un minuto, contagia la pasión de amar eso que haces.

 

GE