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Ropa que baila y cuenta historias

ESTUDIO. El director del Ballet Folclórico de la UdeG, Carlos E. Ochoca, afirma que el traje de danza ha evolucionado de acuerdo a las necesidades prácticas actuales. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

El colorido de las tradiciones mexicanas se vive en su gente, su música, sus bailes y su vestimenta que evocan toda una historia.

Lo que es México con su folclor dancístico no sería lo mismo si no tuviera esas faldas largas llenas de listones o las blusas bordadas, los pantalones de manta o el moño rojo alrededor del cuello, por ello la ropa que usan los hombres y mujeres bailarines es tan importante como el buen zapateado o el rasgueo de la guitarra que le acompañan.

La hechura y el diseño de la vestimenta en los bailes tradicionales del ballet folclórico mexicano tienen un proceso para realizarse de la mejor manera, en el que se recupera la forma auténtica para representar lo mejor posible su historia.

Para la profesora de la licenciatura de Diseño de Modas de la Universidad de Guadalajara, Lilia Norma Victorino Flores, primero se tiene que conocer la región de la que se hará el vestuario, desde los colores que se usan, el material textil así como la utilidad sobre la escena.

“Se tiene que hacer una investigación histórica de cómo surge el traje, por qué surge, qué había en ese momento, qué lo fue enriqueciendo y con base en eso se desarrollan los diferentes trajes”, agregó Victorino Flores. La revisión de la evolución del traje también incluye la descripción del lugar de origen, el clima y la música.

Además, “en la vestimenta también hablamos de todos los accesorios y por supuesto del calzado”, añadió la profesora, “en ese sentido se busca hacer lo mejor posible, tanto en los materiales como en el colorido”, aunque hay compañías que sólo toman como base los trajes regionales, pero los adecúan según las exigencias del ballet, por los movimientos y los cambios de vestuario así como el propio estilo que desea impregnarle la agrupación”.

En el caso del Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara, que dirige Carlos Ernesto Ochoa, los trajes para las coreografías son confeccionados por los mismos encargados del vestuario, aunque si son “muy elaborados, muy típicos de la región, se traen de allá y si no se hacen aquí en Guadalajara o se compra un modelo y se replican acá”.

Como lo señaló la profesora anteriormente, en la compañía universitaria se crea un traje de prueba, explicó Carlos Ernesto Ochoa, “al bailarín lo ponemos a bailar para que haga los movimientos y pueda estar libre de todo”, para con ello hacerle adecuaciones aunque si se exagera “se echa a perder la cosa”, aseguró el director.

Adecuaciones teatrales

De cómo se sabe que los vestuarios se usaban en sus épocas originarias a la representación que se hace de ellas en los bailes, sí ha cambiado mucho, coincidieron tanto la profesora como el director del ballet.

Un ejemplo claro es el traje de Jalisco, que originalmente era hecho de algodón y ahora se usa popelina, que es más fácil para lavar, se arruga menos, además los listones que llevan las faldas solían ser de seda o algodón, mientras que ahora son de poliéster.

Y aunque las faldas tenían volumen, ha crecido bastante para realizar mejor los movimientos al bailar y así lucir sobre escena, ahondó Victorino Flores, inclusive se tiene presente el cómo se verán desde escena.

También se considera la seguridad y bienestar del bailarín, ya que su “desgaste máximo está en las rodillas, se tienen que buscar que sean zapatos cómodos y que cumplan ciertas características para que los bailarines puedan realizar su labor”, apuntó la maestra. 

Para seguir con el ejemplo del vestuario tradicional de Jalisco, ahondó Carlos Ernesto Ochoa, explicó que de folletos que tiene de la bailarina e investigadora Guillermina Galarza, quien estuvo bajo la tutela de la maestra María del Refugio García Brambila, conocida como Miss Cuca, el traje original del estado es el de adelita, pero le hizo adecuaciones hasta como lo conocemos actualmente.

Existe un traje de ranchera que tenía “falda floreada con una blusa blanca, casi nada de listón y zapatillas rojas y rebozo, era el traje típico de la mujer de Jalisco, hay unas pinturas, de ahí es donde hemos sacado esa información. Miss Cuca lo modificó y las vistió de adelitas de manga larga y bombacha, acinturado”, añadió Carlos Ernesto Ochoa.

Por otra parte el diseño que tiene el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, es “muy teatral”, comentó el director, ya que “utilizaba mucho lo que había de bisutería para darle vistosidad. Para ella era muy importante la cosa teatral, creaba un patrón, agarraba las bases, pero creaba”, finalmente es “su compañía y hacía un espectáculo”.

Sin embargo, para el titular del ballet universitario no anuncia una danza auténtica, aunque el público que la ve fuera del país o incluso dentro, cree que es así la vestimenta, pero “está demasiado estilizado todo”.

Vestimenta prehispánica

El vestuarista tapatío Ricardo de la Lanza además del teatro trabajó para algunas agrupaciones de danza folclórica, sobre todo en la ropa prehispánica. Especialmente esta rama de la danza “requiere mucha investigación”, comentó, ya que durante su trabajo junto al maestro Rafael Zamarripa, no había “tantas imágenes, aunque hay mucho de dónde investigar”.

A pesar de que los textiles auténticos de las culturas prehispánicas no son prácticos para llevar a escena la danza, “lo interesante es suplir, inventar las texturas para poder dar esas telas gruesas, esas caídas tan pesadas, el colorido, no podemos usar cualquiera, ellos teñían con cosas naturales, caracoles, cochinilla, óxidos, se tienen que usar todo tipo de cosas” explicó de la Lanza, y así verse lo más real posible “sin perder su teatralidad”.

Además, aseguró que es “un trabajo muy bonito, el de la ropa prehispánica, pero es complicado porque es muy pesado”, que busca representarse tal cual se ven las imágenes en las cerámicas y “reproducir en telas, texturas y rellenos”.

Con orden

Debido a que los bailes tradicionales mexicanos “son cuadros, estampas que recrean las épocas”, como lo señaló la docente de diseño de modas, Lilia Norma Victorino Flores, el director del ballet universitario señaló que más adecuaciones a la vestimenta ya no deberían hacerse.

“A estas alturas debería haber una ropa tradicional que la utilicen todos, en cada estado”, explicó, ya que definir cada uno de los trajes típicos ayudaría a “que no se perdiera su autenticidad”, aunque reconoce que es difícil ya que si no se tiene un presupuesto para el vestuario cada quien lo adapta a su propios alcances.

Hay quienes “se ponen a hacerlo y algunos checan bien que sean parecidos y otros no, que tengan tira más de eso, pero debería de conservarse a raíz de los trajes típicos como son”. 

En el caso del traje de Jalisco es uno de los más definidos del país, quizá porque es el que representa a México en todo el mundo. Está el de la clase baja, con la falda floreada y listones de un solo color, así como la blusa blanca para las mujeres, el de las fiestas de la sociedad más acaudalada de distintos colores su vestido y con diversos colores de muchos tonos, además del de novia, que es blanco por completo.

En el caso del hombre es casi igual que antes, aseguró Ochoa, el de caporal que es camisa blanca, moño rojo y pantalón negro con botas. El de ranchero que es de manta y el de charro, el más elegante.

“Un traje de Jalisco ha de andar entre 3 mil a 4 mil pesos de material, y el de hombre puede ser más caro, el bordado es como de 6 ó 7 mil y de ahí para arriba, porque los cantantes usan más caros”, explicó el director del ballet, además las bailarinas tienen de 14 a 16 metros de tela en el giro de su falda.

Entre los trajes que no han tenido mucha variación están los de Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero, porque sus bordados aún se usan y se producen, mientras que de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila siguen definidas sus vestimentas por las polcas, huapangos y picotas (tipos de danzas) que son similares entre sí. Pero a consideración de Carlos Ernesto Ochoa en los estados de Baja California, Baja California Sur y Quintana Roo aún hay mucho por investigar.

Para saber

El Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara cuenta con 30 coreografías de distintos bailes tradicionales del país, por lo que ese mismo número de vestuarios tiene para poder llevarlos a escena.

 

HJ/I