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Embestida contra la tauromaquia

Madrid. Un nuevo debate sobre la prohibición de la tauromaquia ha vuelto a encender la mecha en España, sacudida con nuevas iniciativas de los gobiernos regionales de Valencia y Alicante, que han propuesto convocar un referéndum para prohibir la fiesta. No es el primer antecedente. En el otoño de 2010, en el parlamento de Cataluña por una ajustada votación se vetaron las corridas de toros. Fue una prohibición motivada por fines políticos, ya que los independentistas no soportaban que su "nación catalana" se identificara con un símbolo tan arraigadamente "español" como los toros. 

A lo largo de cinco siglos, desde la época de los reyes católicos que dieron su consentimiento para la celebración de festejos taurinos, ha habido numerosos intentos para boicotear a la fiesta brava. Bulas papales, movimientos animalistas, populistas y separatistas, configuran un mosaico que ha amenazado a lo largo del tiempo la supervivencia de los espectáculos taurinos.

Pero, ¿qué sería de España sin los San Fermines que inmortalizó el Nóbel de Literatura norteamericano Ernest Hemingway? ¿De las tardes de gloria de un torero como José Tomás? ¿Del poema de Federico García Lorca: A las 5 de la tarde? De los cuadros de Goya, Picasso o Dalí que se rinden ante la fiesta seña de identidad de España. Sangre y arena. Afición y adrenalina. Valentía y embestida.

Los toros de lidia han sido criados para torearse. En España, 200 mil personas viven de la tauromaquia. Ante las constantes amenazas de los detractores de las corridas de toros, en 2013 la tauromaquia fue declarada Patrimonio Cultural de España con una holgada votación en el Congreso y el Senado.

A los defensores de los derechos de los animales que han centrado sus ataques obsesivamente en la tauromaquia, habría que preguntarles qué tanto han hecho contra la caza del zorro, seguido por una jauría de perros y cazadores. Contra los métodos despiadados para matar ballenas y delfines. Sobre las peleas de gallos. Y así seguiríamos con un largo etcétera de polémicas en las que el animal es el espectáculo. Como en los circos o en los zoológicos.

El toreo es un arte. El diestro se juega la vida en un combate cuerpo a cuerpo con el toro, en un ambiente marcado por ritos, reglas y tradiciones que durante siglos han llevado el júbilo a las plazas de España, América Latina y hasta Francia. La tauromaquia, a diferencia de otras exhibiciones, está cargada de heroísmo, plasticidad e historia.

[email protected] | @PatyAlvaradoMen