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Un México violento
Porque nos la quitaron
El autoritarismo, la asignación de tareas y el trato en clase de algunos maestros pueden convertirse en una agresión para sus alumnos.
A nivel de exploración, investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) comenzaron a indagar en una secundaria sobre el maltrato de profesores a los alumnos.
José Claudio Carrillo Navarro coordinó el libro Las violencias en los entornos escolares, que refleja varias investigaciones sobre distintas formas de agresión.
“Por ejemplo, el maestro no me hace caso, el maestro me excluye de ciertos procesos de participación, el maestro me insulta, el maestro me daña con las estrategias que sigue para ridiculizarme frente a grupo”, son los comentarios de los estudiantes.
De acuerdo a los resultados preliminares, cerca de 20 por ciento de los 400 alumnos de secundaria señalaron malas prácticas de los docentes.
“Temas como el autoritarismo, la verticalidad que tienen a veces los profesores hacia los alumnos en las consignas que ellos emiten dentro del aula, la parte afectiva que siempre aparece como oscura en ese tipo de relaciones y el efecto que tiene a veces en temas como el rendimiento escolar”.
Así, un alumno que constantemente es acosado, intimidado o que recibe maltratos por los profesores muestra una tendencia a aparecer en la “oscuridad”, a desatender la escuela; el maltrato más común es el verbal, pero también se refleja en las tareas o asignaciones para el estudiante, añadió.
“El más recurrente es el de tipo verbal simbólico, pero hay un segundo que está un tanto velado que tiene que ver incluso con los mismos sistemas de evaluación que utiliza el docente con el alumno”, añadió el investigador.
De repente no es muy visible, pero con base en esos resultados los académicos notaron que los alumnos regularmente operan en un plano de intimidación en silencio. Por otro lado, el acoso sexual sale, pero de manera muy “velada”.
“Muchas veces sienten la hostilidad de los sistemas evaluatorios como un recurso que utiliza el docente para controlarlos, para manipularlos, para en un momento dado tenerlos con ciertos mecanismos de control”.
Los investigadores todavía no han logrado dimensionar el tamaño del fenómeno porque sólo consultaron a los alumnos de una escuela, lo cierto es que hay dificultad para que académicos externos puedan acceder a los estudiantes, pero hay más apertura en la educación pública.
El acoso está más documentado entre pares, algunos investigadores identifican una incidencia en 35 por ciento de la población.
Una conducta muy recurrente tiene que ver con el control o dominio a la pareja, que consiste en prohibir algunas amistades o lugares.
“Hay niveles de violencia que llaman la atención tanto en el plano físico y ya no se diga en el verbal, en donde hay un hostigamiento realmente preocupante”, advirtió el investigador de la UdeG.
Las agresiones en público, que van desde pellizcos hasta golpearse con el puño cerrado por igual mujeres y hombres, ahora es parte de una nueva investigación de tipo cualitativo con 10 personas voluntarias.
“Entre otras cosas los golpes en lugares públicos son cada vez más frecuentes y de repente el temor que tenemos es que así como ha ocurrido con el tema del bullying, que se normalizan conductas, éstas de repente luego ocurre también un proceso en donde se naturalizan y eso me parece de un riesgo muy alto”.
EH/I