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'Pollux', el cohete mexicano para probar satélites

BENEFICIO. Con este cohete, las instituciones podrán elegir la fecha y el lugar donde será lanzado su proyecto, sin necesidad de atenerse a los planes de agencias internacionales, quienes eran el único medio para llegar al espacio. (Foto: Especial)

Entre las mayores complicaciones que enfrentan las instituciones que buscan que sus experimentos satelitales se lancen al espacio para su validación, se encuentra el largo tiempo de espera que puede ser de hasta tres años, además de los altos costos económicos, los cuales rondan entre los 100 mil dólares.

Otro factor que frena los proyectos espaciales de instituciones es la necesidad de contactar con una agencia internacional que pueda ayudarles a conseguir espacio en un cohete.

Ante esta problemática, la empresa mexicana Datiotec Aeroespacial desarrolla un cohete 100 por ciento mexicano llamado JFCR.2000-Pollux, el cual permitirá validar pequeños satélites, también llamados CubeSats, y experimentos de micro gravedad.

Con este prototipo se podrá elegir la fecha y lugar donde será lanzado, por lo que ayudará a no depender de los planes de las agencias internacionales, quienes son el único medio para llegar al espacio.

De acuerdo con la empresa potosina, “se busca resolver el  problema con una solución propia de lanzamiento de bajo costo, lo que significa dar un impulso al desarrollo de la tecnología espacial y posicionar a México en este ámbito”, mencionó el maestro Luis Gerardo Zárate Vilet, líder del proyecto.

La idea es producirlo a nivel industrial y lograr de 12 a 24 lanzamientos al año. El cohete alcanzará los 100 kilómetros de altitud formando una parábola y regresando a tierra unos minutos después, y aunque no tiene la capacidad de ingresar a órbita, permitirá a universidades y centros de investigación validar sus proyectos.

Comprobarán funcionamiento

El cohete se encuentra en fase final de pruebas. “Se encenderá por primera vez estando fijo, con la finalidad de comprobar su funcionamiento y parámetros calculados. Es un proceso complicado, involucra grandes riesgos por el uso de combustibles explosivos”, compartió el maestro Luis Gerardo Zárate

El JFCR-2000-Pollux es un cohete que mide 6 metros de largo, está impulsado por combustible líquido y puede transportar una carga útil de hasta 3 kilogramos con un impulso de mil libras de fuerza.

El proyectó comenzó en 2013 con fondos del Centro Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y apoyo de la Agencia Espacial Mexicana (AEM); sin embargo, desde los años 70 un grupo de investigadores de San Luis Potosí crearon desarrollaron Cabo Tuna, proyecto donde crearon pequeños satélites de combustible sólido.

Ese grupo de científicos creó el Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre (INMEU), quienes en conjunto con la Iniciativa Espacial Mexicana MXSpace colaboran en el desarrollo de JFCR-2000-Pollux.

Sistema de propulsión auxiliar

Datiotec Aeroespacial también trabaja en el desarrollo de un sistema de propulsión auxiliar llamado Booster, con el cual se busca aumentar la potencia en la fase inicial del vuelo.

Se colocarán cuatro de estos propulsores a un costado del JFCR-2000-Pollux para brindarle fuerza y velocidad de esta forma alcanzará la órbita.

El equipo de Datiotec Aeroespacial está conformado por Pedro Gabay, director generar; Luis zarate, líder del proyecto; Javier Quistiano y Víctor Hugo Herrera, del equipo de ingeniería, y Gerardo Saucedo presidente del Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre (INMEU).

México al espacio

“El porvenir de los siguientes años tendrá un énfasis en el desarrollo del espacio, es decir que muchos de los negocios, investigaciones y desarrollo biológico se realizará allá arriba. El desarrollo de ingenios en el campo de las telecomunicaciones, telemedicina, conectividad a Internet, observación terrestre para prevenir desastres naturales son algunos de los ejemplos en los que el aprovechamiento del espacio es totalmente necesario para su funcionamiento”, señaló el científico mexicano José Alberto Ramírez Aguilar.

Además, agregó el especialista, otro punto que debe aprovecharse es que “México tiene la oportunidad de subirse a la carrera espacial a través de la creación de dos clases de satélites: microsatélites y nanosatélites”.

Desde años atrás, la industria espacial ha concentrado las tareas satelitales a estos aparatos de grandes dimensiones y costos de hasta 150 millones de dólares que, al finalizar su vida útil, son desorbitados y abandonados en órbita terrestre generando basura espacial, un problema que podría causar accidentes catastróficos.

Actualmente, el país cuenta con una Agencia Espacial Mexicana (AEM) que brinda oportunidades para impulsar la investigación espacial, por ejemplo con los acuerdos internacionales con importantes instituciones y universidades en los que México participa, el fondo sectorial AEM-Conacyt, entre otras.

Sin embargo, recientemente las universidades han ingeniado el uso de satélites más pequeños que pueden lograr tareas similares a costos mucho más accesibles para las instituciones privadas y educativas y con el componente de sustentabilidad espacial.

La creación de estos pequeños satélites requiere diversas áreas de la ingeniería, pues se hace uso de la ingeniería electrónica, computacional, mecánica, mecatrónica, eléctrica e industrial. “Los proyectos espaciales son multidisciplinarios  y abren las puertas a todos los jóvenes para que conozcan opciones de desarrollo profesional”, añadió.

Radiografía de JFCR-2000-Pollux

  • *Mide 6 metros de largo
  • *Podrá transportar una carga útil de hasta 3 kilogramos
  • *Funcionará con combustible líquido
  • *Cuenta con cuatro propulsores a un costado para tener mayor fuerza

 

 

HJ/I