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Ocotlán: a más de un año de la masacre

TRASLADO. Los cuerpos fueron llevados al municipio por carretera desde Morelia; algunos deudos identificaron a sus familiares mediante fotos. (Foto: Especial)

A un año y casi tres meses del supuesto enfrentamiento entre la Policía Federal e integrantes del crimen organizado, en el Rancho del Sol de Tanhuato, Michoacán, donde 43 personas perdieron la vida, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió un reporte en el que, además de establecer recomendaciones para dicha corporación policiaca, se indicó que 22 de los muertos fueron asesinados; esto a los habitantes de Ocotlán, de donde varios de los fallecidos eran originarios, no les sorprende.

Antonio Olivos Sepúlveda es el cura de la parroquia del Señor de la Misericordia en Ocotlán. Él no se encontraba presente el día que ocurrieron los sucesos, estaba en Guadalajara tomando un curso. No sabe bien como sucedió todo; sin embargo, sabe lo que esto causó.

“Lo que era la voz que corría en el pueblo es que tuvimos muchos muchachos asesinados ahí, en Tanhuato. Un ataque que no supieron bien como fue, y que los familiares tuvieron que ir a Morelia por los cuerpos, se los entregaron varios días después ya en bolsas de plástico”.

Hoy lo que perdura entre la comunidad ocotlense es desconfianza y una amargura compartida, según el sacerdote.

El párroco habló acerca de lo que él considera es algo generalizado en todo el país.

“La gente de aquí de Ocotlán y de otras partes, como que ya se acostumbró mucho a la violencia, a los desaparecidos. No he visto que haya inquietud, sólo desconfianza de la autoridad. Nos dan explicaciones que nosotros no pedimos, explicaciones bien cuajadas.

Un hombre que atendía un puesto de comida en las cercanías de la parroquia comentó acerca de las muertes suscitadas en el rancho que “si los mataron es por algo”. Ese sentir bien podría ser la atmósfera que desde hace ya mucho tiempo se vive en Ocotlán; un descontento tanto hacia víctimas como a los victimarios.

El párroco comentó acerca de un pequeño episodio que tuvo en antes de que ocurriera el supuesto enfrentamiento.

“Previamente un señor vino y me dijo que tenía mucho apuro, porque sabía que su hijo andaba de sicario, pero hasta ahí. A los dos o tres días, llegó y me dijo, mi hijo acabó mal”, dijo el encargado de la parroquia principal del municipio.

Olivo Sepúlveda también comparte la desconfianza por la autoridad, que se ha reforzado a partir de los hechos violentos. Él considera que la Policía, en términos generales, es muy ineficaz.

Martín Gómez González es el sacerdote encargado de oficiar misas en el templo de San Pedro Pescador, también en Ocotlán. Él estuvo encargado de oficiar cuatro misas de las personas abatidas en Tanhuato, Michoacán. Pese a que éste hecho representó un fuerte golpe para la comunidad, el cura considera que éste hecho no es el único que ha cimbrado a la localidad.

“Tanhuato fue una noticia para nosotros, estamos a varios kilómetros de Tanhuato; sin embargo, el 19 de marzo, en la fiesta de San José, creo que era domingo a las 10 de la noche, escuchamos sonidos, pero creíamos que eran las fiestas patronales en San José; pensamos: ‘Están quemando pronto su pólvora’. A las 10 de la noche se escucharon los balazos, se escuchó la movilización, este fue el primer momento en que vivimos lo que está pasando en Ocotlán. A las horas siguientes nos dimos cuenta qué estaba pasando, una matanza en San Antonio, por la calle de la escuela federal. Las redes sociales comenzaron a bombardear: ‘No salgan, está pasando algo’. A la mañana siguiente, a las 7 horas, un noticiero de Guadalajara daba la noticia: un zafarrancho en Ocotlán, emboscaron a la gendarmería.”

También recuerda que surgió un fuerte sentido de comunidad al interior de su congregación.

“Las personas aquí fueron muy solidarias con el dolor, haya sido quien haya sido, no juzgaron; son personas. En ese aspecto la comunidad dijo: ‘Vamos, es su dolor, es su familiar’. En las cuatro misas que yo celebré hubo mucha gente. Una cantidad enorme de flores. Todas las misas estuvieron muy socorridas. Me llamó la atención de una en la que varios jóvenes no entraron, estaban afuera tomando, apagaron su música, pero sí con sus botellas. Parece que algunos de los cuerpos ya venían en estado de descomposición. No destapamos ninguno”.

El padre también recordó cuando los familiares viajaron a Morelia para reclamar los cuerpos de sus seres queridos.

“Fue un calvario encontrar los cuerpos, una señora vino y me dijo: ‘Andamos buscando entre los muerto, al que está vivo’. A los tres días trajeron el cuerpo de Morelia. No los dejaron ver los cuerpos, todo fue a través de fotos que tenían en unos legajos. La señora fue con la esperanza de que su hijo estuviera por ahí, vivo”.

A un año de lo sucedido en Tanhuato, Michoacán, la gente ve hacia atrás con tristeza; algunos recuerdan a los fallecidos como personas tranquilas, como un taxista que solía jugar en el mismo equipo que una de las víctimas. Otros, como parte de sus vidas, como las madres que solicitaron a la parroquia de San Pedro Pescador que oficiara misas para conmemorar la fecha luctuosa de sus hijos. El resto de la ciudad sigue adelante, aunque con 19 personas menos.

 

HJ/I