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Crisis

La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara

Voltaire

Los mexicanos nacidos durante las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado vivieron su infancia y juventud en un entorno en el que la crisis era un estado normal y se le culpaba de todos los males, en tanto que quienes nacimos durante las décadas previas –40, 50 y 60– debimos aceptar las crisis recurrentes y adaptarnos a convivir con ellas.

Hablamos del resultado de eventos que afectaron severamente a la economía del país, mermando las finanzas públicas y generando un círculo vicioso que llevó a muchos a la ruina y redujo el nivel de vida de la gran mayoría –excepto quizá de los que tenían mucho y de los que nada poseían–; los integrantes de la llamada clase media sufrieron carencias a las que no estaban acostumbrados y debieron compensar con esfuerzo y trabajo la disminución paulatina del poder adquisitivo de su dinero.

A partir de los 90 México ha vivido con altibajos en su economía, sin estabilizarla ni conseguir un desarrollo sostenido que permita mejores condiciones de vida para todos. Si bien la crisis económica dejó de ser factor dominante en nuestras vidas, en lo que va del siglo 21 hemos tenido que enfrentar otro tipo de crisis, peores incluso que la incertidumbre económica.

Inseguridad

Probablemente provocado por los recurrentes episodios de crisis económica que vivimos durante años, comenzó un proceso de descomposición del tejido social, un relajamiento moral que se reflejó en un incremento de la delincuencia común. Aunque siempre han existido asaltantes y ladrones, las víctimas de despojo aumentaron tanto como la corrupción y la impunidad, la complicidad de funcionarios con delincuentes se volvió pronto una lucrativa sociedad en perjuicio de los ciudadanos agraviados y generó una nueva crisis: los índices de percepción de inseguridad se dispararon, generando intranquilidad entre la población.

Crimen organizado

La vecindad de México con Estados Unidos es positiva en muchos aspectos, pero muy negativa en otros; no es gratuito lo que señala el dicho popular: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.

Por su ubicación geográfica, el país es camino hacia la tierra del sueño americano que, dicho sea de paso, es bordado con coca refinada y vapores de opio, pues allá se encuentra el gran mercado continental de las drogas. Bocado codiciado por los cárteles, sudamericanos primero y mexicanos después, que utilizan el país para llevar su carga más allá de la frontera, además del atractivo mercado que fueron desarrollando aquí.

La competencia entre los cárteles trajo a las calles las balaceras de una guerra en la que muchos, traficantes e inocentes, son ejecutados o simplemente desaparecen. Así las cosas, a pesar de que la autoridad insiste en que los crímenes han disminuido, la percepción ciudadana apunta en sentido contrario.

Credibilidad

Existe otra crisis que vale la pena abordar: los ciudadanos no creen en gobernantes ni autoridades, de ahí la falta de denuncias y la conveniente reducción estadística de criminalidad. Pero, ¿cómo puede nadie creer en funcionarios negligentes, que no procesan ni siquiera amenazas explícitas contra sus oficinas y empleados, dejando pasar por la puerta al autor?

Tal omisión dejó dos familias sumidas en el luto y tiene a dos más en la angustia de la incertidumbre, a pesar de lo cual sólo puede esperarse el cese de funcionarios menores, aunque debió haber renuncias sobre la mesa el mismo día, pero falta dignidad.

@BenitoMArteaga