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A votar

No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla. Mañana es el día de ir a votar. Argumentos en contra, hay muchos. A favor, pocos. Lo cierto es que es mejor acudir a las urnas y ejercer un derecho que como mexicanos nos hemos ganado a quedarnos solo como espectadores.

Es innegable que las campañas lejos de ayudarnos a decidir por quien votar, nos llevaron al hartazgo, a la molestia y para algunos ciudadanos incluso a la confusión.

Las encuestas hacen su trabajo, aunque la verdad es que en ocasiones pueden generar efectos adversos, por un lado nos hacen creer que se trata de sondeos poco serios y por otro lado puede generar que los partidos o candidatos que no están entre los dos primeros lugares pierdan intenciones de sufragios, bajo el argumento de: “no desperdiciar mi voto”.

Las campañas de contrastes, que evidentemente tildaron en la guerra sucia y la falta de visión de la autoridad electoral que negó a toda costa que se tratara justamente de guerra sucia, también afectó el proceso.

Las propuestas estuvieron, existieron aunque se perdieron. Si hoy preguntáramos a un tapatío, a un zapopano, tlaquepaquense o tonalteca cuales fueron las mejores propuestas de sus candidatos seguramente pocos recordarían alguna.

Por otro lado, la elección ha estado llena de mitos. Ayer, un familiar cercano me sugirió que llevara un marcador para emitir mi voto porque si utilizaba el crayón que proporcionan en las casillas electorales “lo más seguro es que borren tu voto”. Estos mitos, desinforman. Preocupan. Efectivamente, el panorama es más que adverso, es indignante y preocupante.

¿Qué opción tenemos como mexicanos ante este contexto? En el aire todavía se discuten las consecuencias de anular el voto, apenas ayer, José Merino publicaba con argumentos que anular el voto no es sinónimo de regalarle un sufragio al PRI y lo citó en un artículo que publicó en un medio nacional: “¿El voto nulo beneficia al PRI? No. Tengo tres razones para creerlo: 1. Donde hay voto duro del PRI hubo poca anulación en 2009, o dicho de otro modo, donde se anuló de manera importante, el PRI no tenía presencia relevante; 2. La principal víctima del voto nulo fue el PSD, el perfil de sus votantes coincide justamente con el perfil de los anulistas; 3. Entonces, el voto nulo beneficiaría al partido dominante ahí donde ocurre, y sospecho que en 2009, se trató del PRD”, explicó en un ejercicio para candidatos a diputados federales hace seis años.

Suponiendo que así fuera, me parece que el voto nulo es y debería ser una herramienta para manifestar hartazgo, sin embargo en México con todo y las múltiples reformas al Código Electoral, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes del mundo el voto nulo no se traduce en acciones concretas. En otras palabras suponiendo que todos los mexicanos nos pusiéramos de acuerdo y manifestáramos nuestro hartazgo con voto nulo, de cualquier manera los sufragios válidos serían suficientes para emitir un ganador. Es necesario entonces, darle peso al sufragio nulo. Hoy, es un grito en medio de una mediocre democracia. Por eso, aunque estemos hartos, enfadados y molestos lo mejor es ir a votar mañana.

 

 

PHM / I