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Votar con memoria

No vota igual una persona que basa su decisión en promesas de campaña, que quien vota ejercitando la memoria. Quien vota con base en lo que vio y oyó en estos meses, se arriesga a que el personaje en turno lo decepcione enseguida, cuando llegue al poder y sus promesas se conviertan en justificaciones, pretextos, mentiras.

Si se basa solamente en lo que mira del bombardeo político, podría elegir a quien tiene mejor sonrisa, al que se ve más joven, al que aparenta ser buena gente. Y no son más que percepciones que podrían ser equivocadas.

Si se fija en cómo se desenvolvió el personaje durante los debates, le parecerá una mejor opción el que se trabó menos, el que no leyó, el que miró la cámara todo el tiempo, el que propuso, o el que tuvo una alocución prolífica. También con eso puede errar, porque basta ir al Congreso para descubrir que la mayoría de los diputados son grandes oradores, lástima que su trabajo no sea declamar.

¿Importan entonces las propuestas del candidato? Claro, porque permite darnos cuenta de qué tan disparatados son sus planes como funcionario, o qué tan posibles son. De entrada, cotejar las principales propuestas con la realidad del país nos da una ruta de lo que puede pasar, y hacerlo sumará o restará puntos al candidato en cuestión.

¿Qué hace entonces el que vota con la memoria? Deja a un lado lo que mira en los volantes, lo que escucha en los spots, lo que lee en redes sociales y rastrea el historial de la persona y su partido, porque no nos distraigamos, el que gobierna con un partido trae línea.

¿Es posible cuantificar cuánto dinero nos han robado los partidos en el país a lo largo de su historia? ¿Cuántas personas hay en la cárcel por la malversación o desaparición descarada de recursos en los municipios, en los gobiernos estatales? ¿Cuántas veces se ha impartido justicia equitativamente por los delitos que hemos denunciado, los homicidios, las desapariciones, los robos, las violaciones? Todo cuenta.

No importa que el candidato en cuestión pida que “votemos por la persona, no por el partido”; históricamente hemos vivido en carne propia que esas “personas” terminan obedeciendo a un dirigente partidista, a su superior, atienden a una indicación, no a lo que ellos consideren necesario.

Quien vota con la memoria debe recordar que el Río Santiago sigue enfermando a la gente que vive en El Salto y Juanacatlán, que los gobiernos que han pasado por este estado y esos municipios han tolerado que las industrias lo contaminen a destajo, han permitido que mueran personas directa e indirectamente, y no hay nadie en la cárcel ni saneando el cauce.

Quien vota con memoria y con criterio, sabe que los votos para quien ha hecho las cosas mal son concesiones para seguir lucrando a nuestra costa.

Los ciudadanos tenemos hoy una cita en las urnas y podemos hacer dos cosas: votar de manera razonada por los candidatos de partidos chicos, medianos o grandes, aunque no nos convenza ninguno, o podemos exigir más candidaturas independientes para darle la oportunidad a quienes están libres de las mafias políticas para hacer una gestión pública al nivel que nos merecemos. Esto será posible a través del voto nulo cuando no tengamos en nuestra planilla a una opción independiente.

El mañana empieza hoy, y hoy la casilla nos espera.

 

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