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El continuo de la representación

La democracia no termina con las elecciones. Así dice el slogan de una campaña de educación cívica que tiene ya varios años escuchándose en la radio local. La frase es muy cierta, pero la realidad es muy diferente.

En México se presenta un déficit de participación de la ciudadanía en los asuntos públicos. Estudios como el Latinobarometro, la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Práctica Ciudadanas de la SEGOB, o el Informe País sobre Calidad de la Ciudadanía en México del Instituto Nacional Electoral (INE), muestran que por lo general el único momento en que los mexicanos participan en los asuntos públicos es cada tres años durante las elecciones. A ese escenario hay que añadir los altos niveles de abstencionismo, que normalmente rondan entre el cuarenta y el cincuenta por ciento.

¿A qué se debe la escasa participación? Es común escuchar el reclamo de que los políticos sólo buscan a los ciudadanos para pedirles su voto en tiempos electorales, pero una vez que llegan al puesto no vuelven a buscarlos sino hasta las siguientes elecciones. Sin embargo, también se debe cuestionar de forma crítica si los ciudadanos hacen los esfuerzos suficientes por estar en contacto con sus representantes, y por involucrarse en la discusión y toma de las decisiones públicas.

México es una democracia representativa, donde los votantes eligen por mayoría a las personas que habrán de representarlos para tomar las decisiones públicas y administrar los recursos públicos. En teoría esto debería ser suficiente para que los ciudadanos se encuentren bien representados.

Sin embargo, los especialistas en la materia concluyen que la simple representación no es condición suficiente para que el sentir de los ciudadanos se vea reflejado en las decisiones gubernamentales. Los expertos recomiendan que sociedad y gobierno deben interactuar constantemente para asegurar que las acciones de los gobernantes muestren eficazmente las preferencias de los gobernados.

A esta interacción se le ha llamado el continuo de la representación, que busca el involucramiento permanente entre las autoridades públicas y los ciudadanos para decidir de forma conjunta y permanente el rumbo que debe tomar su gobierno.

Asegurar el continuo de la representación es una tarea donde sociedad y gobierno tienen una corresponsabilidad. Por un lado, las autoridades deben incluir en sus agendas el objetivo de abrir espacios de participación donde puedan interactuar con sus representados para calibrar mejor sus decisiones y sus planes de trabajo. Por otro lado, los ciudadanos deben hacer lo propio y exigir a las autoridades públicas la apertura de dichos espacios y, cuando éstos se abren, deben hacer uso de ellos y participar activamente.

El continuo de la representación debe de servir para diseñar formas innovadoras de enfrentar los problemas públicos y para incrementar la eficacia de la acción gubernamental. El supuesto que fundamenta la participación es que los ciudadanos conocen de primera mano sus propios problemas, y que al incluir su punto de vista en el diseño de sus planes de trabajo el gobierno será más eficaz para encontrar las soluciones correctas. 

El continuo de la representación también debe de servir para iniciar procesos de gobernanza. Hoy en día se reconoce que el gobierno por sí solo es insuficiente para mitigar los grandes problemas públicos. El gobierno necesita de la sociedad y sus recursos para tener mejores posibilidades de éxito en sus estrategias.

Desde este laboratorio se pueden apuntar tres retos para lograr el continuo de la representación y que la democracia no termine con las elecciones.

Primero, que los gobiernos se decidan a abrir espacios y esquemas de participación para involucrar a los ciudadanos en el día a día del quehacer público. Segundo, diseñar formatos de participación adecuados, que den buenos resultados para los gobiernos y sus planes de acción. Tercero, que la ciudanía se interese por participar y le encuentre utilidad a dedicar una parte de su tiempo a los asuntos públicos de su comunidad.

David López García es Coordinador de Investigación del Laboratorio de Innovación Democrática

 

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