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Trump, el presidente anti ciencia

(Foto: Especial)

Los científicos están haciendo respaldos de los datos sobre las temperaturas mundiales, en caso de que el presidente electo Donald Trump intente borrar los sitios web del gobierno o bloquear el acceso público a ellos. Antes de la inauguración de Trump, el Departamento de Energía de los Estados Unidos (DoE, por sus siglas en inglés) ha publicado directrices más estrictas para proteger a los científicos de la interferencia del gobierno, y para muchos parece que dicha salvaguarda no podría haber llegado en mejor momento.

Bienvenido a lo que muchos llaman la presidencia post-datos (post-fact) de Trump. Los estudios y las pruebas no parecen influir en él, pero el cambio climático sigue siendo una terca espina a su lado. Aparentemente decidido a presentar conclusiones científicas como si fuesen un sesgo liberal, incluso declarando que el cambio climático es una conspiración china, ha designado a quienes no creen en las ciencias climáticas para ocupar roles destinados a proteger el medio ambiente. Ha consultado a un activista anti-vacunas sobre la seguridad de las mismas, y ha alarmado a la comunidad científica al tratar de señalar individualmente a expertos en el cambio climático. Estas son 5 de las principales jugadas que muchos ven como hostiles hacia la ciencia –y como indicadores alarmantes del mundo que la comunidad científica podría enfrentar después del 20 de enero–:

Contra la regulación ambiental

La selección de Trump para liderar la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha batallado activamente su misión.

Para dirigir la EPA, Trump nombró a Scott Pruitt, el fiscal general de Oklahoma, quien durante mucho tiempo se ha opuesto a las regulaciones ambientales y ha cuestionado la ciencia detrás del cambio climático. Su perfil de LinkedIn desacredita la agenda de los activistas de la EPA y está en proceso de demandar a la agencia –por décimo tercera vez–. Esta vez va detrás de la política medioambiental del Presidente Barack Obama, el Plan de Energía Limpia (Clean Power Plan), cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción de electricidad.

Contra el cambio climático

Trump eligió al exgobernador de Texas, Rick Perry, para ser el Secretario de Energía. El secretario de energía de salida, Ernest Moniz, es un físico del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), que reemplazó a un físico de la Universidad de Stanford, quien fue designado por Obama para relevar a un ingeniero químico del MIT. Es un departamento basado en ciencia seria y el cual Perry, que no es un científico, abogó por desmantelar durante su precandidatura presidencial de 2012. Aunque Perry amplió enormemente la energía eólica en Texas durante su gobierno, es un escéptico del cambio climático.

ExxonMobil en el gabinete

Eligió el ejecutivo de una compañía de energía para ser el secretario de Estado. Trump designó al exdirector ejecutivo de ExxonMobil, Rex Tillerson, en el cargo de secretario de Estado. Tillerson se destaca de otros nominados del gabinete porque reconoce que el cambio climático es un problema. Exxon, sin embargo, ha sido acusado de ocultar la investigación sobre el cambio climático a sus accionistas durante años. Tillerson lo niega.

Contra las vacunas

Se reunió con un crítico de vacunas mientras planeaba una comisión sobre el autismo. Robert Kennedy Jr., dijo que Trump le pidió que presidiera un panel de seguridad de vacunación. El equipo de Trump lo corrigió, diciendo que están considerando la posibilidad de formar una comisión sobre el autismo, pero que no han tomado las decisiones finales al respecto. Kennedy ha promovido repetidamente argumentos desacreditados que vinculan las vacunas con el autismo. Trump mismo ha tuiteado que hay "muchos casos" de niños que se convierten en autistas después de recibir las vacunas.

 

HJ/I