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Comenzaron las 'trumpadas'

Dos palabras son suficientes para definir el rumbo que seguirán las acciones de la Casa Blanca, con la llegada de Donald Trump. Son las mismas que enarboló como banderas de campaña para obtener la nominación del Partido Republicano, primero, y vencer a Hillary Clinton, después, en las reñidas elecciones de noviembre en la Unión Americana: populismo y nacionalismo.

El pasado viernes en Washington, al asumir el cargo como el presidente número 45 de los Estados Unidos de América, rodeado de las élites del poder a las que desdeñó y criticó en su propia cara, Donald Trump pronunció un discurso construído más para una conferencia de motivación y superación personal, que para la ceremonia inaugural del líder del país más poderoso del mundo.

Temor y protestas

"El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo asumió el control de la nación", dijo sin rubor alguno el empresario que ha evadido impuestos y ha quebrado empresas de una manera tan burda y descarada como no lo ha hecho ninguno otro en Estados Unidos. "Los olvidados y las olvidadas de nuestro país nunca volverán a ser ignorados", afirmó el nuevo presidente, y en el mismo tono de Bane, el antagonista de Batman, explicó cómo lo hará: "Devolviéndoles el poder a ustedes, (pausa) la gente".

No le importó llegar a la presidencia con un 44 por ciento de popularidad, muy por debajo de la que tuvieron sus antecesores al asumir el cargo -Clinton 68 por ciento, Bush 61 por ciento, Obama 83 por ciento-. Tampoco parecieron preocuparle las protestas violentas que retratan el momento de crispación que vive Estados Unidos, ni las manifestaciones en su contra en casi todos los países del mundo -ofendidos o atemorizados por su proceder-, ni que la ceremonia inaugural fuera tan poco concurrida en la explanada del National Mall.

Genio y figura

Donald Trump hizo y dijo exactamente lo que le dio la gana, tal y como lo ha hecho durante la loca, frenética y disparatada actuación que lo condujo al poder. Fue descortés con Melania, su mujer; fingió ser educado con los Obama, a quienes desprecia; gesticuló una y otra vez, evidenciando molestia y poca tolerancia hacia los obligados actos protocolarios de la toma de posesión.

No lanzó un mensaje de unidad como pudiera esperarse cuando más de la mitad de los ciudadanos lo desaprueba. Al contrario, criticó al establishment, "el pequeño grupo que cosecha los premios del gobierno en la capital, mientras el pueblo soporta los costos". Tampoco se metió en cuestiones de fondo ni buscó hacer historia. Más bien fue oportunista, retórico y poco profundo.

Plan de ruta

Pero más allá de los hechos anecdóticos, hay líneas específicas de su discurso que no deben desatenderse, porque marcan la ruta que seguirá Washington en la era Trump.

  • Hemos defendido las fronteras de otras naciones sin defender las nuestras.
  • Recuperaremos nuestras fronteras y traeremos de vuelta nuestros trabajos.
  • Hemos enriquecido a otros países, mientras nuestra riqueza se ha diluido.
  • Seguiremos dos reglas simples: comprar productos americanos y contratar ciudadanos americanos.
  • A partir de ahora, Estados Unidos será primero. Cada decisión que tomemos en comercio, impuestos, inmigración y asuntos exteriores, será en beneficio de las familias americanas.

Primeras acciones

Para que nos quede claro, en sus primeras horas en la presidencia, Donald Trump volvió a advertir que renegociará los términos del TLCAN y si no le satisfacen, abandonará el acuerdo. De manera enfática estableció que se saldrá del Tratado si México y Canadá se niegan a otorgar mayores beneficios a la clase trabajadora de Estados Unidos.

Coincido con quienes afirman que frente al reto que tenemos por delante, México necesita imaginación, buenas ideas, creatividad, determinación, pero, sobre todo, unidad. El desafío es muy grande.

Verba volant, scripta manent

[email protected] |  @GOrtegaRuiz

 

DN/I