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Ya llegó Trump… ¿Y ahora qué sigue?

Los Estados Unidos han sido los grandes promotores de la liberalización económica, sobre todo desde Reagan. Si un país ha sido gobernado bajo los cánones impuestos por la lógica norteamericana, ese ha sido México. Cuando en nuestro país planteamos algo distinto desde diversas universidades, medios de comunicación, organizaciones civiles, grupos políticos de oposición, algunas agrupaciones campesinas, pequeños empresarios y comerciantes o ciertas partes de algunas iglesias, nos han tachado de ilusos, populistas, retrógradas, antiproductivos, anticompetitivos, izquierdistas, ignorantes, tontos o cuanta etiqueta nos han querido poner.

¿Y ahora? Resulta que la extrema derecha norteamericana deja a México “colgado de la brocha”. Nuestra estructura productiva es ahora un apéndice de la norteamericana, especialmente la ligada a las exportaciones. Dependemos de sus préstamos, su inversión productiva y especulativa, su tecnología, sus expertos, su contratación de migrantes mexicanos y hasta de sus modismos y sus teorías. Ahora su gobierno promete que construirá un gran muro que pagaremos para evitar que los invadamos, que pondrá un impuesto de 35% a nuestras exportaciones manufactureras, que deportará a nuestros hermanos migrantes… en suma, nos dice que no nos necesita, que somos un peligro para ellos.

La política económica norteamericana se modificará sustancialmente con respecto a nosotros:

  1. En política fiscal impondrá impuestos especiales a exportaciones mexicanas. Si compensamos regalándole más dinero y privilegios a los corporativos exportadores, bastaría con que los Estados Unidos eleven más sus impuestos o que fijen permisos previos de importación.
  2. En política económica internacional podría obligar a cambios en las posturas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, endureciendo sus condiciones hacia los países subdesarrollados como nosotros (“emergentes” suena ahora como una mala broma).
  3. En política migratoria se podría nulificar la posibilidad de que la migración sea la válvula de escape frente al poco y precario empleo generado en México.
  4. En política industrial ya propicia el éxodo de las “empresas de calidad mundial” que se planteaban como la opción de crecimiento México.

¿Y qué va negociar el gobierno de México? ¿Ofrecer más dádivas a las trasnacionales a costa de bajos salarios en México, una pobre defensa del medio ambiente, privilegios fiscales y una nula defensa de los derechos de los trabajadores? ¿Qué pasaría si el gobierno de México se pusiera arisco ante el norteamericano? ¿No podría éste simplemente utilizar la información sobre grandes cuentas de dinero sucio de políticos, empresarios y delincuentes mexicanos para ventilarla?

México requiere diseñar efectivamente una estrategia distinta, pero ésta no podrá venir del actual gobierno mexicano, sino de quienes han sido relegados del poder del mercado.

@LIgnacioRM

 

DN/I