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Turismo de playa es de alto impacto ambiental

Deterioro. El intenso desarrollo inmobiliario lleva a la destrucción total o parcial del entorno, señala la estrategia. (Foto: Grisel Pajarito)

El excesivo fomento durante años al turismo de playa por el gran capital costero de México ha generado fuertes transformaciones a zonas de manglares, arrecifes, dunas costeras y vegetación nativa, pues el desarrollo de hoteles y complejos turísticos implica cambios de uso de suelo y una gran demanda de recursos naturales.

Este panorama fue reconocido en la Estrategia Nacional de Biodiversidad 2016-2030, que también establece que si bien la riqueza natural del país debe aprovecharse para el turismo, el camino para ello debe ser bajo criterios de no extracción o devastación del ecosistema, tales como avistamiento de ballenas, de corales, entre otros que respeten y fomenten la conservación de recursos naturales.

“Existe una amplia gama de actividades turísticas que tienen diferente grado de impacto, sin embargo, en México dominan las políticas que promueven el turismo de ‘Sol y playa’. Este modelo altera el paisaje debido a la infraestructura que desarrolla y genera una gran demanda, recursos energéticos, alimenticios, entre otros”, se lee en la estrategia.

“Este intenso desarrollo inmobiliario implica una transacción que lleva a la destrucción total o parcial de la vegetación, genera productos contaminantes y un deterioro considerable de los servicios ecosistémicos, sin lograr el desarrollo regional y social e incluso lleva al crecimiento caótico de zonas urbanas marginales, entre otros problemas”.

Pese a estos diagnósticos, ya hay autorizaciones ambientales federales y estatales para la construcción del Nuevo Cancún, complejo turístico en la playa jalisciense de Chalacatepec, en Tomatlán, que se estima empiece a finales de este año sobre una costa virgen que sufrirá desmonte de vegetación en un área catalogada forestal, próxima a zonas de desove de tortuga golfina.

Mientras tanto, en el papel, la estrategia nacional indica que hay ejemplos tangibles de lugares donde lejos de lucrar con los recursos naturales para obtener dinero de los visitantes, se ha migrado a conservarlos y convertirlos en atracciones turísticas.

Este modelo que prioriza la conservación y en consecuencia vive de ella es hacia donde debe orientarse la política del país, señala el documento.

“El turismo tiene un gran potencial para un país con la diversidad biológica y cultural de México, y ofrece una oportunidad para el desarrollo sustentable que debería aprovecharse. Con una adecuada planeación, promoción y desarrollo, se puede conciliar la conservación de los ecosistemas naturales con beneficios económicos y sociales para la población que los habita”.

“Hay ejemplos exitosos documentados, como las visitas a las reservas de la biósfera Mariposa Monarca, Los Tuxtlas, Calakmul y Montes Azules; las áreas comunitarias protegidas de Oaxaca, los arrecifes a parques nacionales de Quintana Roo o la observación turística de ballenas en Baja California, Jalisco y Nayarit, actividades que tienen un número importante de permisionarios y gran derrama económica”.

¿Y Chalacatepec?

Mientras la Federación reconoce el daño al ecosistema que ha generado el turismo de playa, fue la Semarnat la que autorizó la construcción del ‘Nuevo Cancún’ en Chalacatepec, un complejo turístico en Tomatlán que se estima sea de gran impacto por la construcción de hoteles en zonas de alta vegetación y cercana a áreas de desove de tortuga golfina. Estiman empezar las obras este año. El proyecto, además, cuenta con inversión de fondos públicos del Instituto de Pensiones.

 

DN/I