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“¡Sí al muro!”

Conciencia Global es un espacio en el que busco abordar eventos del escenario internacional. Es de mi interés analizar eventos ajenos a nuestra realidad nacional para posteriormente ofrecer una reflexión que nos oriente hacia la construcción de una nueva ciudadanía. No obstante, esta vez, los ojos del mundo apuntan a nuestro país, por lo tanto  me disculpo por hablar “de lo mismo”.

En medio de un intercambio de opiniones con respecto a los primeros días de gestión del presidente 45 de los Estados Unidos y su impacto en México escuché una frase que quisiera compartir: “Desde que los discursos xenófobos iniciaron sólo hemos tenido dos reacciones: reír o entrar en pánico”. En otras palabras, no hemos encontrado un punto medio, una estrategia original para hacer frente como nación a los insultos del vecino del norte.

Con lo anterior en mente quiero abordar lo mismo desde un enfoque diferente. Dada la innegable interdependencia que existe entre ambas naciones, quiero aclarar que la profunda crisis diplomática tiene implicaciones sensibles para México. Sin embargo, haré a un lado las implicaciones económicas para centrarme en el plano del imaginario social, es decir, cómo leemos, vemos y asumimos la construcción del tan prometido muro.

En primer lugar, dejemos de asombrarnos. El muro será una realidad ya que es una medida que legitimará el discurso utilizado durante la contienda por la Casa Blanca. Ante este escenario, cambiemos el juego. Dejemos de pensar que es un muro hacia fuera, en realidad es hacia adentro. Los mexicanos no somos la amenaza, es la envidia y la ignorancia de nuestros vecinos de la cual la esfera internacional debe preocuparse.

Insisto, paguemos por el muro. Hagámosle saber a la comunidad internacional que estamos en busca de nuevos socios. No es México quien se quiere aislar y sumergir en su envidia y avaricia. Volteemos a ver nuevos horizontes, utilicemos la diplomacia como nuestra mejor arma. China, Brasil, Australia, Japón (…)  son algunas opciones. En acciones concretas, si cancelamos la visita anunciemos otra en los días porvenir. Preservemos el objetivo de reestructurar el comercio nacional, cambiemos de destino.

Lo que planteo suena descabellado dado que el ajuste tendrá sus costos, pero a mediano plazo podremos presumir una cartera de nuevos socios y amigos internacionales. En conclusión, dejemos de reír o de llorar. Es momento de pensar por nosotros mismos, como nación, como ciudadanos, como mexicanos.

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