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Arranca el festejo

Hoy, como hace 50 años, en punto de las 17 horas la Plaza de Toros Nuevo Progreso abre sus puertas.

En sábado y con una corrida para inaugurar la temporada, se reabre el telón en este coso taurino con un cartel que promete una tarde de toros digna de celebración.

El español Miguel Ángel Perera, triunfador de España, así como Diego Silveti y el capitalino Ignacio Garibay, serán los encargados de abrir este serial de aniversario, lidiando astados de la ganadería de San Miguel de Mimiahuapam.

Este es sólo el comienzo de una feria para celebrar, pues restan a partir de hoy tres corridas más, en las que se incluyen nombres como Andrés Roca Rey y Pablo Hermoso de Mendoza, entre otros.

Testigo silencioso de múltiples sentimientos, emociones, tragedias y triunfos, la Nuevo Progreso es para muchos su segunda casa, para otros, su lugar favorito. Lo que surgió hace 50 años como una segunda alternativa para dar toros en Guadalajara, se convirtió hoy en día en el único escenario de la Perla Tapatía donde la fiesta brava sigue vigente de manera formal y con el nombramiento de “primera categoría”.

Proyecto monumental

Todo empezó en 1967, cuando la colonia Monumental vio nacer un nuevo recinto para la fiesta brava, año en que se inauguró la Plaza de Toros Monumental de Jalisco, un proyecto de Leodegario Hernández, empresario de apasionada afición a los toros, originario de Arandas, Jalisco, quien decidió hacer competencia a la antigua Plaza de Toros El Progreso, en ese tiempo ubicada en el barrio de San Juan de Dios, construyendo una plaza de toros monumental para celebrar más festejos taurinos, aunque fuera en las dos plazas durante las mismas fechas.

La plaza nueva alberga a 16,561 espectadores y fue un proyecto encomendado para su elaboración al arquitecto José Manuel Gómez Vázquez Aldana, y la construcción quedó a cargo de Constructora México, S.A. de C.V., cuyo director era el arquitecto Leopoldo Torres Águila.

Bajo el nombre de Plaza de Toros Monumental de Jalisco, se inauguró el 4 de febrero de 1967 ante la gran expectación de miles de aficionados que generó un inmueble de esta magnitud. Fue inaugurada formalmente a las 16 horas por el entonces gobernador del estado, Francisco Medina Asencio, e hicieron el paseíllo por vez primera en este ruedo los matadores Joselito Huerta, Raúl Contreras Finito y Manolo Martínez, lidiando un encierro de la ganadería de don José Julián Llaguno.

¿No que no?

El primer toro lidiado en la Monumental de Jalisco llevó por nombre No que no, en clara alusión al escepticismo que predominó acerca de que tal proyecto se hiciera realidad.

La Monumental se caracterizó por brindar durante cuatro temporadas mayores oportunidades a los toreros de nuevo cuño y reivindicando a quienes tenían grandes cualidades, pero poca fortuna. Edgar Flores

Del viejo al nuevo

La Plaza de Toros Monumental de Jalisco inició bien, pero con el tiempo acusó resultados económicos adversos, por lo que Leodegario Hernández, primer dueño del coso, tomó la decisión de ofrecer su plaza en venta a su competidor, don Ignacio García Aceves, empresario de la Plaza de Toros El Progreso.

Don Nacho, como se le llamaba en el medio, le tomó la palabra y la adquirió, aunque la mantuvo cerrada por una década, y una vez derruida la plaza El Progreso en San Juan de Dios, rebautizó a la Monumental con el nombre de El Nuevo Progreso, el cual conserva hasta esta fecha.

En 1979 se reabre la plaza con un cartel integrado por Manolo Martínez, Manolo Arruza y Miguel Espinosa Armillita chico, con toros de  San Mateo. Para entonces fue remodelada y se reforzaron sus columnas.

Posteriormente, se mantuvo al frente don Nacho, en sociedad con Espectáculos Taurinos de México, S.A. de C.V. de don Alberto Bailleres, con quien mantuvo una gran relación compartiendo ambos su gran afición: la de los toros.

En 1984, a la muerte de Don Nacho, su hijo, Ignacio García Villaseñor, la empresa Espectáculos Taurinos de México y la gestión del ing. Álvaro Preciado, continúan celebrando con afición nutridas temporadas taurinas, que significaron un esfuerzo económico importante, hasta que en 1990 García Villaseñor decide vender su parte a Espectáculos Taurinos, quien decididamente se queda con la totalidad de la plaza y la responsabilidad de seguir invirtiendo para la preservación de la fiesta taurina en Guadalajara

Ahora son 50 años de vida, de ver pasar lo mejor y lo peor, de ser un recinto taurino cuya resonancia llega hasta lo más escondidos rincones donde la fiesta de los toros tiene vida.

 

HJ/I