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Zacatecas, estampitas

  1. Raúl Bañuelos y yo salimos con menos pelo desde las penumbras de una galería que desemboca en la plazuela Genaro Codina, rayada por el Sol de la tarde. Antes habíamos dejado escurrir en una cantina el hambre y la sed de siete horas de viaje en autobús y, como impulsados a cumplir un ritual, un poco después unas manos femeninas tusaron nuestras cabezas como desagravio por desencantos amorosos paralelos y no por la frivolidad de estar presentables en Zacatecas.
  2. José de Jesús Sampedro acerca su boca al micrófono, sonríe y reluce en medio de un salón de fiestas repleto. Muchos vistieron de gala mientras él regala a las cámaras el amarillo canario de una camiseta del club América. Entrega de premios, celebraciones y brindis en la ciudad de cantera y plata. Y un impreso de larga vida y de título dosfilos corta de tajo cualquier abulia y una hoja de vida más corta corre la misma suerte entre mesa y mesa. Corre, conejo.
  3. Yolanda Alonso me cita en un café de la calle Hidalgo. Viste botas negras industriales y su rostro diáfano es un ejemplo de jovialidad con dos chapetes. Lanza con agudeza preguntas para el suplemento de El Sol de Zacatecas con miras a publicarlas con mis respuestas, y lo hace. Después supe que aquellas colaboraciones terminaron, aunque sólo por algún tiempo, porque La Soldadera lleva ahora 94 semanas de nueva andadura, en el mismo diario y con la dirección de Alonso, echando literatura de todo género y fotografías.
  4. Elizabeth Alvarado lleva en la mitad de su sangre los aluviones enraizados del sur de Zacatecas. Una porción de Sol y Luna hacen su mirada. Desde que coincidimos hemos compartido las migas de pan con ponches, quesos y guayabas. Cada vez que visitamos la ciudad de jaspes rosas levantamos una espiga de plata; cada vez que visitamos esta porción de arenisca nos llevamos un puño de pasto vuelto queso enchilado. Las especias y yerbajos hicieron aquí apoteosis y en cada trago de aguamiel, mezcal o vino se diluyen en nuestras intenciones. Anhelos y sueños del pasado, en nuestro futuro.
  5. Julio y Yolanda se unieron de otro modo el sábado. Ya lo habían hecho antes sin ninguna mediación y su unión era inmarcesible. Fue una oportunidad de congratularnos con ellos por el amor y la vida, con quesillos, chicharrones, asado de boda y Luna llena.

@LibracoFP


DN/I