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Sí Matías, los clásicos marcan

La semana pasada, Matías Almeyda hablaba acerca de su sentir sobre jugar o dirigir clásicos. Si hay alguien autorizado para opinar sobre las sensaciones de disputar esta clase de partidos es él, con el sólo hecho de haber portado la camiseta de River Plate e interpretar la rivalidad en la cancha contra Boca Juniors, además de disputar con el Inter de Milán los duelos ante el Milán. Dos clásicos reconocidos a nivel mundial.

Con tales experiencias, y además de que en año y medio con Chivas ya ha dirigido partidos contra América y Atlas, ha palpitado con ellos y ha sabido la importancia de una victoria o derrota.

Por ello dijo: “Los clásicos marcan historias, porque quedan en el recuerdo para toda la vida”.

Pero no es solamente por el hecho de ofrecerles a los aficionados la satisfacción de un triunfo, de que dichos seguidores puedan cobrar alguna apuesta a sus amigos o que se sumen 3 puntos.

En más de una ocasión, por el delirio que se genera alrededor, en caso de obtener un triunfo en esta clase de partidos tras haber pasado por una mala racha el directivo puede darle una tregua a su técnico para mantenerlo en el timón. En caso contrario, puede detonar en que se tome la decisión de dar por concluida la relación.

Ejemplos en los clásicos de Chivas-América sobran.

Posiblemente el más recordado por la mayoría es el despido de Ricardo La Volpe en el Torneo de Invierno 96. Era apenas la Fecha 3 y con el 5-0 provocó que la directiva sólo le diera de tolerancia un partido más contra Puebla, pero ya había predisposición para destituirlo, y tras perder ante La Franja sólo se hizo oficial lo que era un hecho desde la caída en el Estadio Jalisco.

O recientemente, con Ignacio Ambriz, quien al perder 3-0 marcó su sentencia y, a pesar de recibir una prórroga, sólo lo aguantaron dos juegos más.

Pero también del lado de Chivas las derrotas ante América han provocado que rueden cabezas, y algunos ejemplos son Oswaldo Ardiles en la campaña 95-96, que al perder 2-0 sólo le dieron un juego más y fue cesado; siguió Jesús Bracamontes en Verano 2001 que al perder 2-1 él mismo puso su renuncia, y a José Luis Real no le perdonaron caer 4-0 en 2014.

Y sí Matías, tienes mucha razón, los clásicos marcan historias que permanecen en la memoria, pero también crean resentimientos y acentúan las crisis.

Este sábado se puede marcar una más.

@ofares72