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Controversias y reveses marcan primer mes de gobierno de Trump

(Foto: Especial)

WASHINGTON. Una abierta guerra con la prensa, poca sustancia en materia de políticas pese a órdenes ejecutivas expedidas con frenesí y un país donde reina la división, son las marcas del primer mes de la gestión del presidente estadounidense Donald Trump.

Durante una intempestiva conferencia de prensa el jueves, en la que dedicó la mayor parte de los 75 minutos a atacar a la prensa bajo la premisa de “noticias falsas”, Trump ofreció una “actualización” de los logros de su administración y aseguró que su gobierno “está funcionando como una maquinaria bien aceitada”.

El mandatario destacó las 12 órdenes ejecutivas firmadas desde que asumió la Presidencia, el 20 de enero, y otro número similar de memorandos mediante los cuales instruyó la construcción de un muro en la frontera con México y minimizar el impacto económico provocados por la Ley Asequible de Salud u Obamacare.

Trump puso fin de manera efectiva a la participación de Estados Unidos en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y revivió la construcción de dos controversiales oleoductos, el Keystone XL y el Dakota Access Pipeline, el primero de los cuales fue rechazado por el gobierno anterior, mientras optó por suspender la construcción en curso del segundo.

Una de las órdenes de mayor consecuencia firmadas hasta ahora por el mandatario fue la prohibición migratoria sobre siete naciones con población mayormente musulmana, cuya caótica implementación llevó días después al Congreso a llamar a cuentas al secretario de Seguridad Interna (DHS).

La valoración ofrecida por el mandatario sobre los pasados 30 días fue la de un gobierno funcionando de manera eficiente, con sorprendentes resultados en el frente laboral tras el reporte del Departamento de Trabajo que dio cuenta de un desempleo de 4.8 por ciento en enero y un positivo desempeño del mercado bursátil desde que asumió como el presidente número 45.

Trump evitó toda mención de los obstáculos legales que su gobierno enfrentó para implementar su veto migratorio, suspendido de manera efectiva por la Corte de Apelaciones de noveno distrito de San Francisco, forzándolo a desarrollar una nueva orden que, él mismo anunció, dará a conocer esta semana.

Tampoco hubo mención del retiro de Andrew Puzder, su nominado como secretario del Trabajo, quien retiró su nombre de tal consideración después que varios republicanos rompieron filas con su bancada y advirtieron a la Casa Blanca que votarían en contra de su ratificación.

Trump mencionó de manera superficial la renuncia de su asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, cuya salida, según la Casa Blanca, se debió al hecho de que el mandatario le perdió la confianza tras de que mintió al vicepresidente Mike Pence sobre sus contactos con el embajador de Rusia, con quien discutió el tema de las sanciones contra Moscú.

Sin embargo, el mandatario acusó a la prensa de haber tratado a Flynn de manera injusta, sugiriendo que su salida de su administración fue culpa de los medios y no de su falta de transparencia con Pence.

La salida de Flynn llevó al senador republicano por Arizona, John McCain, a cuestionar el funcionamiento de “la bien aceitada maquinaria”, ante el malestar de algunos en la bancada republicana que consideraron tal crítica como desleal.

“La dimisión del general Flynn plantea más preguntas sobre las intenciones del gobierno de Trump hacia la Rusia de Vladimir Putin, incluyendo las declaraciones del presidente sugiriendo la equivalencia moral entre Estados Unidos y Rusia”, dijo McCain en un comunicado.

Olvidadas también quedaron las controversias provocadas por las filtraciones sobre sus conversaciones con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, después que este canceló su visita a Washington, y lo que fue caracterizado como su ríspida y brusca llamada telefónica con el primer ministro de Australia, Malcom Turbull.

La persistencia de controversias y tropiezos llevó a otros correligionarios del mandatario, como el senador republicano por Dakota del Sur, John Thune, usualmente uno de los más reservados de su bancada, a expresar malestar y pedir a la Casa Blanca pasar a una fase más activa en términos de sustancia política.

“Hay cosas que queremos hacer aquí y queremos tener un enfoque claro sobre nuestra agenda, y estos constantes trastornos y ruidos con estas interrogantes que continúan aflorando son una distracción”, lamentó.

Algunos medios como el diario The Washington Post caracterizaron las últimas dos semanas de la naciente administración como caóticas, indicando que las divisiones, la disfunción mostrada en algunos frentes han pasado a consumir al presidente que prometió hacer grande a Estados Unidos.

EH/I