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Alfaro, oscuro desempeño

Ya nos hemos referido en este espacio a la facilidad con la que Enrique Alfaro decide y opera los asuntos del gobierno municipal, por más opacos y truculentos que sean. A lo largo de su mandato, el alcalde tapatío se ha mostrado repetidamente como un gobernante voluntarioso, impositivo, caprichoso e intolerante. Su comportamiento dista mucho de ser el que los ciudadanos esperaban.

A casi dos años de ganar la elección con la que Movimiento Ciudadano arrasó en el Área Metropolitana de Guadalajara, el líder naranja ha mostrado una y otra vez que lo suyo, lo suyo, es la imposición. Así lo hizo cuando decidió adjudicar de manera directa la restauración de La Minerva –tarea que por cierto se ha prolongado más allá de lo previsto– en forma tan irregular y poco transparente que le provocó múltiples críticas.

Usos y costumbres

Fiel a sus usos y costumbres, Alfaro adjudicó también contratos millonarios a empresas de comunicación de su confianza (Euzen Consultores, Indatcom y La Covacha Gabinete de Comunicación), pasando por encima del reglamento de adquisiciones de Guadalajara que sólo permite adjudicaciones directas cuando se trata de un proveedor único o de una adquisición urgente.

Imposible olvidar el episodio en el cual Hugo Luna –su hombre más cercano– presumió que Alfaro tiene en sus manos al Poder Judicial –tan cuestionado en este tiempo– cuando dijo aquello de que “con un manotazo Enrique pone a temblar a los magistrados”, conducta ante la cual con su autosuficiencia característica el alcalde salió a defenderlo dando carpetazo al asunto.

Lo mismo sucedió con los cuestionamientos públicos que se hicieron a Carlos Delgado Padilla El Weren, quien fue acusado de incurrir en conflicto de interés, pues hasta un día antes de tomar posesión de su nuevo cargo, trabajó en las empresas de comunicación favoritas de la administración municipal.

Poco receptivo

Lejos de ser receptivo a la crítica, el alcalde ha apoyado a sus colaboradores, ignorando las acusaciones que lo califican como “autoritario e indolente”. Le han dicho que “su indolencia es aún más grave, cuando actos de funcionarios de primer nivel violentan las normativas que él (Alfaro) juró respetar y hacer respetar”.

Ante los señalamientos que se han vuelto frecuentes, se disculpa diciendo que la mala imagen de su gobierno es causada por la prensa que está “friegue y friegue y friegue (...) queriendo hacernos ver iguales a los que estaban”. Es decir, no sólo no admite sus equivocaciones, sino que culpa a los periodistas de sus males.

Turbia concesión

En el más reciente capítulo de opacidad, El Diario NTR documentó en su edición del 15 de febrero la turbia concesión otorgada por el Ayuntamiento de Guadalajara para el manejo del alumbrado público a compañías cuyo desempeño ha sido cuestionado, en particular la empresa Construlita, que ha enfrentado problemas con contratos en otras ciudades del país.

Los informes señalan explícitamente al actual coordinador de Servicios Municipales de Guadalajara, Diego Monraz Villaseñor, quien fue protagonista de un escándalo cuando, en el gobierno de Emilio González Márquez, admitió la instalación de focos chinos en el Puente Atirantado, en lugar de tecnología LED.

Negro historial

El reporte periodístico revela el oscuro historial, contradicciones económicas e imprecisiones técnicas que caracterizaron la concesión del alumbrado público que el Municipio otorgó por 15 años al consorcio conformado por las empresas Construlita Lighting International, SA de CV, y Lux Systems, SA de CV.

La pregunta es si Enrique Alfaro volverá a salirse con la suya o habrá alguien que le llame a cuentas para explicar por qué en Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque –territorio naranja– la concesión para la instalación de luminarias a largo plazo tiene el mismo carácter turbio y opaco que apesta a corrupción.

Verba volant, scripta manent

[email protected]/@GOrtegaRuiz