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Sor Juana y la astronomía

Estudia, arguye y enseña/y es de la Iglesia servicio,/ que no la quiere ignorante/ El que racional la hizo.(Villancicos a Santa Catarina, México 1690)

A propósito del conflicto que enfrentó sor Juana Inés de la Cruz con la jerarquía eclesiástica respecto a sus “mundanos” intereses sobre el conocimiento de la naturaleza, escribe el erudito José Pascual Buxó: “Ser mujer y ser sabia en una sociedad que no admitía la conjunción pacífica de tales extremos, aunque fueran matizados por la virtud” (Sor Juana Inés de la Cruz Lectura Barroca de la Poesía, Sevilla 2006), en la película que ya comentamos en éstas líneas (Yo, la peor de todas, María Luisa Bemberg, 1990) presenta a la virreina sus libros y sus instrumentos como sus hijos: su telescopio, su reloj solar, su astrolabio, aunque también apreciamos en su celda una esfera armilar. Dicho interés en la indagación de la naturaleza podría explicarnos en parte su profunda amistad con don Carlos de Sigüenza y Góngora, sin duda personaje indispensable para entender el naciente crepúsculo de la ilustración novohispana, como también lo fue la décima musa, siguiendo las ideas expuestas por el doctor Elías Trabulse en su breve ensayo Sor Juana Inés de la Cruz ante la Historia (México, 1980), quien acota: “En buena medida nuestra monja es todavía un misterio que, si bien ya ha sido explorado, no por ello permanece menos insoluble”, vale para los intereses científicos de la jerónima, de los cuales poco se ha escrito.

Una edición que debemos celebrar es la facsimilar de Primero sueño (Fondo de Cultura Económica, México 2011) acompañada de un profuso estudio por Américo Larralde Rangel, enriquecida con copiosas ilustraciones y cuadros explicativos. Y hemos de reconvenir el que en su texto Amigos de sor Juana, sexteto biográfico (México-Madrid 2014) el connotado sorjuanólogo, el doctor Schmidhuber de la Mora, no lo hiciera septeto al incluir al clérigo Sigüenza.

 

 

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