INICIO > AULA
A-  | A  | A+

VIDEO: Alfonso Reynoso Rábago, contador de historias de los pueblos indígenas

La expresión ilumina sus ojos cuando habla de los recuerdos que tiene de los 14 años que pasó en la Sierra de Puebla, del amor que manifiesta por la docencia y a los niños indígenas a los que dio clase.

El doctor en Antropología Alfonso Reynoso Rábago lleva 55 años como profesor.

Nacido en Jalostotitlán, Jalisco, Reynoso Rábano cuenta su aventura por el camino de la enseñanza y acepta hablar de la historia de su vida. “Empecé a dar clase cuando tenía 20 años y tengo 75. Tuve muchas aventuras y son situaciones muy intensas, a punto de perder la vida ¿miedo?, por supuesto, hasta pesadillas”.

Lo primero, indica, es su preparación como docente, estudió la preparatoria y la carrera de maestro de escuela primaria: “estudié distintas carreras de la Normal Superior, entre ellas profesor de matemáticas y la mitad de una carrera de profesor de inglés”.

Pero con todas las opciones inició a trabajar en Primaria. “Estuve en colegios de niños de clase media alta de la Ciudad de México, entre ellos (sus alumnos), el hijo del filósofo Leopoldo Zea. Mi vocación se fue por la sociología, fui de la primera generación de la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) de Xochimilco. Estando en la carrera salió la oportunidad de irme a trabajar a una escuela rural en la Huasteca veracruzana, estuve un año y nos decían los maestros cristianos porque éramos religiosos. También me fui a la Sierra de Puebla, a San Miguel Tzinacapan, estuve 14 años como maestro de Primaria”.

En Puebla su proyecto fue enseñarle a los niños a leer y escribir en lengua indígena pero al mismo tiempo en español para “que se defendieran”.

Recuerda que los pequeños hacían sus propios libros con bolígrafo de alcohol. “Eran textos después de un viaje a la comunidad. A veces salían poemas antiguos como uno muy famoso que dice ‘¿por qué estás llorando? es la niña verde’. Al final del año, tenían su libro totalmente en lengua náhuatl”.

Otra historia que cuenta es cuando fue director de telesecundaria y trabajaba relatos indígenas, uno de ellos ganó el Premio de Narrativa Indígena, “un señor que se llamaba Juan Rulfo fue jurado y el cuento que ganó me lo platicaron en 2 horas”.

NTR. ¿Considera que está casado con la educación y las comunidades indígenas?

Alfonso Reynoso Rábago (ARR). Creo que sí, mi trabajo es ese. También lo estoy con los Altos de Jalisco.

 

NTR. ¿Cuántos cuentos sabe y ha generado?

ARR. Tenemos 800 cuentos con un grupo que formé llamado el Taller de Tradición Oral. Comencé en 1976 haciendo el servicio social para la UAM, formé el taller en los 80 y se han publicado 13 mil folletos con historias y leyendas indígenas.

 

NTR. ¿Qué sigue para el doctor Alfonso?

ARR. Mi plan en los próximos años, si vivo, sería agarrar ese conjunto de cuentos y empezar a publicar libros indígenas.

 

“En la sierra fomentamos el cooperativismo. Por su puesto que no abandono mis antiguos dos amores: las Sierra de Puebla y los Altos de Jalisco. Te voy a decir algo, en los Altos de Jalisco descubrimos que la población no es tan española como creen y presumen porque para puentes en Villita, la Villa de Lagos de Moreno, para torres, en San Juan y para muchachas bonitas de Jalos a Tepatitlán. Todo eso que te conté es lo que a grandes rasgos he hecho en mi vida”.

 

Historial de Alfonso Reynoso Rábago

Licenciando en Enseñanza de las Matemáticas

Licenciado en Sociología en la UAM, Xochimilco

Maestría en Antropología en la Universidad de Montreal

Doctorado en Antropología en la Universidad de Montreal

Actualmente es profesor de Metodología de la Investigación en el Centro Universitario de los Altos (CUAltos) donde tiene ya 11 años

Tiene 22 años como investigador y docente en la Universidad de Guadalajara

Ha dado clases en escuelas del Ciudad de México, Córdoba, Veracruz, Sierra de Puebla, en una comunidad muy lejana de cuatro horas y media de camino

Ha dirigido más de 100 tesis, dedica 20 horas a la investigación pues es investigador nivel I y 7 horas de clases a la semana

Una y mil historias

Una de las mejores historias que recopiló el doctor Reynoso Rábago fue la de Juan Oso. “Alguien me dijo que los inditos, así les decían a los indígenas en Puebla, tenían como un Superman que se llama Juan oso. Le pedí a un amigo que me la contara y me dijo que él me diría cuando. Un día me dijo ‘trae tu grabadora el domingo a las 6 de la tarde’”.

Cuenta que muchas personas se reunieron en la casa de su amigo con un pan para escuchar la historia; hasta cierto punto, su amigo le dijo que parara la grabación y que la historia la continuaría después.

“Pasaron meses y me dijo, otra vez, el domingo a las 6 de la tarde, platicó una parte, paró y siguió meses después. Después supe que era el experto en la historia y que ésta se contaba por etapas. La primera parte, cuando la milpa está jilotenado, la segunda cuando hay elotes y así”.

Recuerda que durante el relato algunos fumaban para ahuyentar a los malos espíritus y que éstos no se apoderen de las personas que escuchan esas historias.

Liliana Razo

EH/I